Pénjamo, Gto.- En el corazón del Bajío, entre las calles empedradas y la memoria viva de su gente, resuena aún la voz poética y musical de Rubén Méndez del Castillo, un hombre cuya sensibilidad artística convirtió al municipio de Pénjamo en cuna de melodías inolvidables que trascendieron generaciones.
Nacido en esta tierra llena de historia y tradición, Méndez del Castillo no fue solo un compositor: fue un cronista musical del alma penjamense. Sus canciones hablaban de amores eternos, paisajes que estremecen y nostalgias que se sienten más vivas al compás de una guitarra. Pocas figuras locales han logrado capturar con tanta honestidad y belleza el espíritu de su comunidad.

Un compositor con alma de poeta
Rubén Méndez del Castillo poseía una virtud poco común: la capacidad de transformar lo cotidiano en arte. Su obra se caracteriza por una mezcla de sencillez lírica y profundidad emocional, fruto de una vida atenta a los sentimientos y al entorno que lo rodeaba.
Pedro Infante interpretó varias de sus canciones, incluyendo “Pénjamo”, “Cartas a Ufemia” y “Copa tras copa” (coautoría con Rubén Fuentes) y “Sahuayo”.
La belleza de sus canciones atrajo la atención de reconocidos intérpretes que, al ponerle voz a sus versos, llevaron el legado de Méndez del Castillo a escenarios más allá de Guanajuato. Javier Solís, con su inconfundible voz de terciopelo, inmortalizó “Volveré por ti”, una balada que aún se escucha en las serenatas de barrio y en las emisoras que celebran la música del recuerdo.

También lo interpretó Lola Beltrán, quien con su fuerza interpretativa dotó de intensidad a “Rincón de mi alma”, mientras que Los Hermanos Zaizar popularizaron algunas de sus rancheras más apasionadas, conectando con un México profundo que reconoce en estas canciones su identidad más pura.
Un legado que perdura
Rubén Méndez del Castillo no solo dejó un puñado de canciones: dejó una herencia cultural para Pénjamo y para la música mexicana. Su nombre es recordado con cariño en plazas, cafés y escuelas de música, donde jóvenes compositores encuentran en él una fuente de inspiración.
Cada año, durante las festividades locales, no falta quien evoque su memoria con guitarras en mano, rindiendo homenaje al hombre que convirtió su amor por su tierra y por la vida en melodías eternas.
Hoy, más que nunca, es necesario reivindicar la figura de Rubén Méndez del Castillo no solo como un compositor, sino como un símbolo de identidad penjamense, una voz que, desde su rincón en el Bajío, aún canta para todos nosotros.