Ciudad de México, México.- El tradicional queso de bola, ingrediente esencial en marquesitas, pasteles y platillos como el queso relleno, ha registrado un aumento alarmante en su precio en las últimas semanas en Yucatán.
La pieza que solía venderse entre 340 y 420 pesos ahora alcanza precios de hasta 800 pesos en algunos comercios, generando preocupación entre consumidores y comerciantes.
La causa principal del encarecimiento es el desabasto provocado por retrasos en la llegada de cargamentos importados, según han informado varios proveedores locales.
¿Por qué está tan caro el queso bola en Yucatán?
Aunque no se ha emitido una explicación oficial definitiva, se menciona una combinación de factores logísticos, como problemas en aduanas para la liberación de productos lácteos, y un repunte en las exportaciones a otros países, lo que ha reducido el volumen destinado al mercado nacional.
El queso de bola, de origen neerlandés y conocido por su cubierta roja característica, no se produce localmente en grandes cantidades. México depende en gran medida de la importación de este tipo de queso, por lo que cualquier alteración en la cadena de suministro global tiene un impacto directo en los precios locales.
El aumento ha golpeado con fuerza al sector gastronómico yucateco. Vendedores de marquesitas —uno de los postres más emblemáticos del estado— ya han comenzado a ajustar precios o sustituir ingredientes. Algunos restaurantes especializados en comida típica yucateca han optado incluso por retirar temporalmente el queso relleno de sus menús ante la falta de insumos.
“Es frustrante. No solo subió el precio, simplemente no hay. El último lote lo pagamos casi al doble y no sabemos cuándo llegará más”, comentó un comerciante del mercado Lucas de Gálvez.
Mientras tanto, autoridades locales no han emitido comunicados al respecto. Los comerciantes piden apoyo o al menos certidumbre sobre la regularización del abasto en las próximas semanas, ya que la demanda continúa, pero la oferta se ha desplomado.
Por ahora, el queso de bola se ha convertido en un lujo para muchos yucatecos, y su ausencia afecta no solo al bolsillo, sino también a una parte fundamental de la identidad culinaria del estado.