Me encantaría que hubiera una especie de hoyito en el muro del tiempo para que nos pudiéramos asomar —algunos, no todos—, a ver qué pasará en el futuro próximo. Si existiera, me gustaría conocer lo que pasará con Marcelo Ebrard. Los días en el búnker del excanciller debe haber mucho alboroto y estoy segura de que si las cosas no le van como él quiere, ya tendrá una alternativa. Claro que imaginamos que la opción dos de Marcelo es Movimiento Ciudadano y nos imaginamos que Dante Delgado ha tenido la paciencia suficiente para esperar a ver cómo resultan las cosas en el proceso de Morena.
Morena tampoco lo tiene fácil. Por un lado, el Frente Amplio por México ya tiene candidata: Xóchitl Gálvez ha surgido como una posibilidad que gusta a los votantes. La oposición, que estaba desaparecida surgió de las cenizas, como un ave fénix electoral que brilla, hace ruido y es una respuesta competitiva ante un oficialismo que se sentía el único invitado a las urnas. Al Frente Amplio por México se le ve más unido que a Morena y aunque Beatriz Paredes salió raspada en el proceso, tuvo la grandeza de miras para reunirse con Gálvez. Parece que ahí no habrá fisuras. Tal vez, una desportilladura que da la impresión de que ya se arregló.
Entre Marcelo y Claudia las cosas aumentan de temperatura y se ponen color de hormiga. Ebrard no está conforme con la forma en la que se está desenvolviendo el proceso. No se disciplina. Hace ruido, se queja, increpa. Imagino que, por lo bajo, debe estar negociando, haciendo sus amarres y asegurándose una forma de estar en la boleta de los próximos comicios presidenciales. Me temo que ya no será el personaje obediente que cede la silla, como lo hizo cuando se puso de lado y le dejó el paso a López Obrador. Quizás, imaginó que le devolverían el favor y puede que ese no sea el caso.
Las encuestas de las casas elegidas por Morena dicen que Claudia es la efectiva. Es por todos conocido que las intenciones del presidente López Obrador parecen decantarse por la exjefa de Gobierno de la CDMX, y digo parece, porque en el terreno político todo es resbaloso. Si esto es así, Marcelo lo sabe y ha guardado una posición prudente frente a lo que ya parece decidido. En esta condición, podríamos ver a un Ebrard obediente que le alzaría la mano a Claudia y se integraría a su equipo de trabajo.
Claro que eso le llevaría a renunciar a sus aspiraciones presidenciales, porque la edad no perdona y el reloj no se detiene. Tiene sesenta y tres años. Es decir, en su siguiente oportunidad llegaría con 68 años, tendría más edad que la que hoy tiene López Obrador. Tal vez esto no esté en los cálculos de Marcelo.
Claro que Ebrard es un hombre inteligente y estratégico. Seguro ya tiene sus previsiones y si eso lo lleva por los rumbos del Movimiento Naranja, no es tal mala idea. Sin estatismo, colocado al centro; no por indecisión, sino porque es el sitio vacío entre los morenistas y los frentistas; esta la “tercera vía” le viene a Marcelo de perlas. Movimiento Ciudadano no ha caído frente a la fuerza poderosa de la polarización. Y, si su alternativa era Movimiento Ciudadano. Suena bien, aunque a lo mejor ya se esté empezando a ser motivo de preocupación, porque el partido de Dante Delgado ya se está empezando a fisurar.
El partido naranja atraviesa una crisis inédita por los desacuerdos del gobernador Enrique Alfaro con el dirigente de la formación, Dante Delgado, ante la negativa a ir en alianza con otras formaciones. En todos lados hay gente que muestra desacuerdos. Movimiento Ciudadano no ha caído en las redes seductoras del oficialismo ni ha querido darle la mano al Frente. ¿Será porque quieren acoger a Marcelo?
Movimiento Ciudadano ha hecho buen trabajo, se ha ido posicionando en las preferencias del electorado, cuenta con seis gubernaturas, cuatruplicó los sufragios que obtuvo un sexenio atrás. Además, en Nuevo León está a cargo del Ejecutivo, con Samuel García, y de la capital, Monterrey, con Luis Donaldo Colosio. Delgado ha depositado la esperanza de ganar la presidencial con alguno de estos dos perfiles. A Alfaro, que en su momento alzó la mano para abanderar al partido, ya no lo menciona. Parece que tienen un plan cociéndose en el horno.
Ya veremos. Ya no falta mucho. Nos enteraremos si Morena seguirá en unidad o si se fraccionará. Sabremos si Marcelo y Claudia continuarán siendo amigos. Nos enteraremos de quien será el elegido por el oficialismo para estar en la boleta de las próximas elecciones. Y, en medio de toda esta especulación y sin un hoyito que nos permita mirar el futuro, me pregunto, ¿qué pasará con Marcelo?