Guanajuato, Gto.- La eventual prohibición o modificación de las corridas de toros en el estado de Guanajuato representaría un impacto devastador —aún no dimensionado por completo— para cerca de un centenar de ganaderías dedicadas a la crianza del toro bravo.
Aunque la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia tiene registradas poco más de 30 ganaderías en distintos municipios del estado, se estima que la cifra podría acercarse al centenar si se consideran aquellas más pequeñas, que operan sin registro vigente ante la asociación.
Este debate ha cobrado fuerza a partir de una tendencia nacional que impulsa la prohibición del espectáculo taurino en diversas plazas o bien su transformación para eliminar la violencia, como evitar el uso de banderillas y estocadas. En ese contexto, el Congreso del Estado de Guanajuato ya discute el futuro de la tauromaquia.

El pasado 3 de abril, el Partido Verde Ecologista de México presentó una iniciativa para permitir corridas de toros sin violencia. La propuesta busca conservar el espectáculo, pero eliminando el sufrimiento del animal.
“Infligir dolor innecesario por diversión es totalmente incorrecto y va contra los principios de protección animal”, declaró el diputado Sergio Contreras, quien acuñó el concepto de “espectáculo taurino sin violencia”.
Afectación alcanzaría a cientos de familias
Más allá del impacto directo a las ganaderías —cuya actividad suele ser bien remunerada—, la desaparición del toro de lidia como especie funcional provocaría graves afectaciones a las familias que dependen de su crianza, especialmente en zonas rurales de Guanajuato.
Sara Edith Enríquez, responsable del Rancho Cerro Colorado, ubicado en San Diego de la Unión, advirtió que cambiar el modelo tradicional de la fiesta brava significaría una debacle para las ganaderías, la especie y quienes viven de ellas.
“La afectación sería enorme en todo el estado, no solo para los ganaderos. También se verían perjudicados negocios como las forrajeras, médicos veterinarios y grandes empresas proveedoras de alimento. Es una cadena interminable de personas que resultarían afectadas”, comentó.

Las ganaderías más pequeñas serían las más vulnerables, ya que muchas operan sin registro formal ante las asociaciones, debido a los altos costos de afiliación, que pueden rondar los 300 mil pesos. En lugar de cubrir esa cuota, optan por destinar los recursos a la manutención de sus animales y a la producción de otros bienes del campo.
En contraste, las ganaderías más grandes cuentan con extensas áreas verdes que permiten la coexistencia del toro de lidia con otras especies, generando beneficios ecológicos adicionales.
“Algunas ganaderías tienen hasta 5 mil hectáreas de terreno en Guanajuato. Ahí habitan coyotes, águilas y otras especies en riesgo en otros lugares. El toro bravo contribuye a preservar ese ecosistema”, explicó Sara Edith.

Un toro de lidia, alto valor… y alto costo
Criar un toro de lidia es un proceso largo, meticuloso y costoso. Alcanzar la madurez para llevarlo a la plaza puede tomar hasta cuatro años. Antes, es necesario ‘tentar’ a las vacas madre para seleccionar las mejores líneas genéticas. Después viene la inversión constante en vitaminas, vacunas, desparasitación, alimentación especializada y personal capacitado.
Actualmente, una paca de alfalfa cuesta entre 150 y 200 pesos, y se requieren en grandes cantidades para alimentar adecuadamente a estos animales. Además, las ganaderías deben mantener otras especies que generan ingresos adicionales o cumplen funciones dentro del ecosistema productivo.
En Guanajuato, algunas de las ganaderías más reconocidas son San Miguel de Mimiahuapam, San Charbel, Peñalba, Vistahermosa, La Estancia, De la Mora, Bernaldo de Quirós y Begoña. Estas ganaderías venden sus mejores ejemplares para faenas relevantes, especialmente en ferias como las de León e Irapuato, que cuentan con plazas activas y con gran poder de convocatoria.
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