Ciudad de México, México.– Este miércoles 7 de mayo comenzará uno de los eventos más esperados y enigmáticos del mundo religioso: el cónclave para elegir al nuevo papa.
Más de 1.400 millones de católicos en el mundo y millones de curiosos de otras confesiones volverán sus ojos a la pequeña chimenea del techo de la Capilla Sixtina, donde el humo blanco anunciará que la Iglesia tiene un nuevo líder. El elegido se convertirá en el papa número 267 de la historia.

La elección se rige por un protocolo milenario, preciso y solemne. El mundo verá señales de humo –negras para una votación fallida, blancas para la elección definitiva– generadas por una mezcla de clorato de potasio, lactosa y colofonia. Pero, ¿qué sucede realmente dentro del cónclave?
Una cifra histórica de electores
Este será el cónclave con más cardenales electores en la historia: 133 en total. Para que uno de ellos sea proclamado papa necesita obtener al menos 89 votos, equivalentes a dos tercios del total, redondeados hacia arriba.
La alta cifra de apoyos requeridos hace prever una elección compleja y posiblemente más larga que las anteriores, como las de 2005 y 2013, que concluyeron en apenas 24 horas.
¿Cómo se desarrolla la votación?

El primer día, los cardenales ingresarán a la Capilla Sixtina a las 16:30 horas (hora local) para una primera votación. Esta sirve como un termómetro inicial para medir las fuerzas de los principales candidatos. Es poco probable que se elija papa en este primer intento, por lo que se espera que la fumata de las 19:00 horas sea negra.
A partir del segundo día se realizan hasta cuatro votaciones por jornada: dos por la mañana y dos por la tarde. Si después de tres días no hay elección, se concede un día de pausa para la reflexión y la oración.
Si se llegara a ese punto, la pausa ocurriría el domingo 11 de mayo, tras 13 votaciones. Este mecanismo de descanso nunca ha sido necesario en los últimos 150 años, pero podría activarse si el consenso sigue sin cuajar.
Si el cónclave se extiende hasta la votación número 34 sin resultado, solo los dos candidatos más votados podrán ser considerados, aunque seguirán necesitando una mayoría de dos tercios.
¿Y entre votación y votación?
Dentro de la Capilla Sixtina no se debate ni se negocia: solo se vota, en silencio y con solemnidad. Cada cardenal se acerca individualmente a depositar su papeleta, que luego es leída en voz alta y contada. Las deliberaciones reales ocurren fuera de la capilla, en los pasillos, comedores y habitaciones, en momentos informales que, sin embargo, son decisivos.
El humo que anuncia al nuevo pastor

Si ninguna de las dos votaciones matutinas o vespertinas produce un papa, se realiza una fumata hacia el mediodía o las siete de la tarde. Sin embargo, si el nuevo pontífice es elegido en la primera votación de cualquiera de los turnos, el humo blanco puede verse antes: alrededor de las 10:30 o 17:30 horas.
¿Cuánto podría durar el proceso?
Aunque los últimos cónclaves fueron ágiles, el actual se perfila más incierto. No hay un favorito claro, y la desorientación entre los cardenales podría prolongar el proceso hasta el viernes, como ocurrió en 1978 con Juan Pablo II, elegido tras ocho votaciones. Incluso en 1958, Juan XXIII necesitó 11 escrutinios. Este cónclave podría seguir ese patrón si no emerge pronto una figura de consenso.
Una vez que un cardenal alcanza los votos necesarios, debe aceptar el cargo y elegir su nombre pontificio. Tras recibir las felicitaciones, se retira a la llamada “habitación de las lágrimas”, donde reflexiona a solas y se viste con uno de los tres hábitos blancos preparados para la ocasión.
Minutos después, el mundo entero contiene el aliento frente a la Basílica de San Pedro. El cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, anunciará en latín el tradicional “Habemus Papam” y el nombre del nuevo pontífice. Entonces, el nuevo papa aparecerá por primera vez ante los fieles y dará su bendición urbi et orbi.