Annuntio vobis gaudium magnum: ¡Habemus Papam! (les anuncio una gran alegría: ¡tenemos Papa!), exclamó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, ante una multitud de al menos 11 mil personas, el purpurado francés, (cardenal de la iglesia católica, llamados así por el color de sus vestiduras) Dominique Mamberti, de 72 años, figura destacada de la diplomacia vaticana, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica -uno de los órganos judiciales más importantes del Vaticano- cardenal protodiácono, es decir, el de más antigüedad dentro del orden de la Orden de los Diáconos -figuras ordenadas para un ministerio de servicio en la Iglesia, en este caso del Papa, y una de las tres órdenes que componen el Colegio Cardenalicio junto con la Orden de los Presbíteros y la Orden de los Obispos-, anunciando al mundo al nuevo pontífice y teniendo el privilegio de imponerle el palio (insignia litúrgica que simboliza el pastoreo) durante la misa del inicio del pontificado.

Tras el fallecimiento del Papa Francisco el pasado lunes 21 de abril, y sus respectivas exequias hasta su entierro el 26 del mismo mes, se llevó a cabo el Cónclave 267 en la historia del papado, el primero en 12 años, durando poco más de 24 horas, manteniendo una tendencia reciente de cónclaves relativamente breves (el más corto fue en la elección del Papa Julio II en 1503 durando 10 horas, y el más largo en la elección de Benedicto XIV en 1740 extendiéndose 181 días) en donde 133 cardenales de todo el mundo -al mayor número de ellos en la historia-, con carácter de electores y encerrados bajo juramento de secreto, fueron los encargados de elegir al sucesor de San Pedro.

A las 18:07, hora de Roma, 10:07am del centro de México, el humo blanco emergió de la chimenea del tejado de la Capilla Sixtina, acompañado del repicar de las campanas de la Basílica (y del munso católico), siendo la tercera fumata del Cónclave (las dos anteriores fueron de humo negro), señalando que el Colegio Cardenalicio había elegido un nuevo sucesor para dirigir la iglesia católica en el mundo, estallando la multitud reunida en júbilo así como el desfilar de diferentes bandas hacia la plaza principal como parte de la celebración.

El Cardenal de origen estadounidense Robert Francis Prevost Martínez, nacido hace 69 años en Chicago, y quien llevara a cabo la mayor parte de su carrera pastoral en Perú -nacionalidad que también adoptara-, primero como misionero agustino en 1985 (de la órden de San Agustín, los cuáles creen en la importancia de la vida en comunidad, la reflexión interior, la caridad y la búsqueda constante de la verdad), tres años después de ordenarse sacerdote, para la Diócesis de Chulucanas, y posteriormente como obispo en la Diócesis de Chiclayo, no se encontraba, en principio, entre la lista -corta por cierto- de los favoritos para suceder al Papa Francisco, siendo Pietro Parolini, Secretario de Estado del Vaticano y número dos de la iglesia católica uno de ellos, seguido de el filipino Luis Antonio Tagle y el italiano Mateo Zuppi. Cabe aclarar que cualquier hombre católico bautizado es elegible para ser Papa, sin embargo, solo se han seleccionado cardenales desde 1378.

Sin embargo Prevost, quien hace dos años fuera llamado por el Papa Francisco para que presidiera la Pontificia Comisión para América Latina, así como el Dicasterio para los Obispos, departamento de la Iglesia Católica encargada de la selección y nombramiento de la mayoría de los nuevos obispos, es decir, quien tiene el poder de decidir quiénes serán nombrados como tales, habría alcanzado, de acuerdo con la tradición católica auxiliado por la inspiración del Espíritu Santo, así como el que 80% de los cardenales que participaron en el cónclave hubieran sido nombrados por el Papa Francisco, las dos terceras partes de los votos requeridos para ser nombrado como nuevo pontífice.

Despojado del uniforme de Cardenal y del nombre que utilizara durante 69 años, eligiendo para su papado el de León XIV, vestido con los ornamentos blancos y rojos de su nuevo cargo, visiblemente conmovido, se dirigió a su grey, también visiblemente sorprendida, desde el balcón papal, como representante y líder de 1,406 millones de creyentes, llevando a cabo la bendición “Urbi et Orbi” -a la ciudad (de Roma) y al mundo-, a través de la indulgencia plenaria, que solo los pontífices pueden impartir y que se reserva al día de su elección, al domingo de Resurrección y a la festividad de Navidad.

León XIV asume el papado en un momento incierto para la Iglesia, enfrentándose a la cuestión de continuar o no con la agenda reformadora del Papa Francisco o forjar un camino más conservador; las diferentes guerras y frentes que hay en el mundo como senda para erigirse como punto de encuentro entre India y Pakistán, Ucrania y Rusia, incluso entre Israel y Palestina; velar por la comunidad cristiana en diferentes partes del mundo, entre ellos los acuerdos entre la Santa Sede y la República Popular de China al ser Asia uno de los puntos más importantes del mundo católico en la actualidad y por tanto de los horizontes que puedan situar a la Santa Sede como un interlocutor válido entre las tensiones entre China con Taiwán y Filipinas, entre muchos otros.

Por lo pronto, los primeros actos en la agenda del nuevo papa León XIV, fueron la misa con los cardenales en la Capilla Sixtina, la oración del Regina Coeli (oración a la Virgen María) el domingo 11 de abril, desde el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, y una audiencia a los representantes de los medios de comunicación el 12 de mayo en el Aula Pablo VI. Habrá que observarse si, siendo un Papa relativamente joven, decide viajar por el mundo, en términos de misión pastoral, dándole la importancia requerida ahí donde la iglesia no se encuentra consolidada, así como la visita obligada a Perú y Estados Unidos, aún a pesar de no haber sido el favorito de Trump, el cual se inclinaba por Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, pensando en la importancia que León XIV profesa acerca del cuidado y protección a la comunidad migrante.

La elección del nuevo Papa, quien además es Doctor en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma, es sin duda uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en el mundo católico, sólo igualado (guardando sus respectivas proporciones) por la conmemoración de la Semana Santa. Esperemos que su pontificado marque un nuevo camino que, a pesar de tener una carga histórica de dos mil años a sus espaldas, puede y debe reformarse de acuerdo a los procesos, desarrollos y acontecimientos históricos actuales, aún a pesar de ser una institución que difícilmente podrá responder con la inmediatez esperada, aunque si continuando y fortaleciendo los cimientos para tal fin.

La historia y nosotros seremos testigos del rumbo de los futuros acontecimientos.