Pénjamo, Gto.– En las comunidades rurales de Pénjamo y la región, persisten infraestructuras agrícolas que, aunque alguna vez fueron símbolo de un programa gubernamental, hoy están abandonadas y deterioradas. Se trata de las bodegas y silos construidos para el almacenamiento de granos, los cuales, en la actualidad, se encuentran en desuso, reflejando la difícil situación del campo, cuya productividad ha disminuido drásticamente en los últimos 30 años.
Durante las décadas de 1970 y 1980, el gobierno mexicano implementó programas como la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) y Solidaridad, con el objetivo de garantizar el abasto de alimentos básicos a las comunidades más necesitadas. Como parte de estas iniciativas, se construyeron silos y bodegas en diversas regiones del país, incluido Guanajuato. Sin embargo, con la desaparición de estos programas, muchas de estas infraestructuras quedaron en el abandono, convirtiéndose en símbolos de una política pública que alguna vez prometió desarrollo y bienestar.
En el municipio de Silao, por ejemplo, las antiguas bodegas de CONASUPO, ubicadas en comunidades como San José de Gracia, se encuentran en ruinas. Estas instalaciones, que en su momento fueron esenciales para el almacenamiento y distribución de granos, hoy se utilizan para actividades ilícitas y han sido convertidas en depósitos de desechos, lo que representa un riesgo para la salud pública.
Situaciones similares se observan en otros municipios del estado. En Irapuato, por ejemplo, se han reportado varios inmuebles abandonados, incluidas instalaciones de programas sociales, que ahora son considerados peligrosos por las autoridades locales.
A pesar del deterioro, algunas comunidades han intentado dar nuevos usos a estas infraestructuras. En algunos casos, las bodegas y silos han sido adaptados para actividades sociales y culturales, aunque estos esfuerzos son limitados y carecen de apoyo institucional.
El abandono de estas estructuras no solo representa una pérdida económica, sino también una oportunidad desaprovechada para el desarrollo comunitario. Con una adecuada planificación, estas instalaciones podrían ser rehabilitadas para servir como centros comunitarios, espacios culturales o incluso como parte de iniciativas para fortalecer la agricultura local.

La historia de los silos y bodegas de CONASUPO y Solidaridad en Guanajuato es un recordatorio de la importancia de la planificación y la sostenibilidad en las políticas públicas. Mientras estas estructuras permanecen en el olvido, no solo reflejan el fracaso de programas pasados, sino también el potencial para proyectos futuros que beneficien a las comunidades locales.
Es esencial que las autoridades y la sociedad civil trabajen en conjunto para rescatar y dar nuevo propósito a estas infraestructuras, transformando los “graneros del pueblo” en motores de desarrollo comunitario.
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