Antes de las vacaciones, a una semana de que inicie la semana santa, debemos reflexionar sobre el momento histórico que vivimos. El inicio de una Guerra Comercial, marcada por una serie de medidas proteccionistas lideradas por Estados Unidos, Donald Trump. Quien recientemente, impuso aranceles de forma unilateral, Con aranceles del 10% impuesto para todos los demás países, y hasta el 20% para la Unión Europea, el 34% para China y el 46% para Vietnam.
México mantiene ventaja con el TMEC, aunque Trump ha dicho que es “el peor acuerdo de la historia”, beneficia a nuestro país principalmente a los productores agrícolas y a la industria del zapato; ya que los mantendrá bajo este tratado de libre comercio, exentos de gravámenes. Nos da oportunidades por nuestra cercanía geográfica, la integración de proveeduría y descuentos en las tarifas. Es momento del “nearshoring”, la relocalización de empresas extranjeras en México. Ya que además se están generando incentivos a la inversión extranjera en otras industrias, se vuelto menos oneroso exportar desde México que desde otros países con gravámenes mayores.
Guanajuato se debe consolidar, no solo como un clúster automotriz armaduras y autopartes, debe hacer ajustes en la estrategia económica, en su política industrial, mercado interno, los distintos órganos de gobierno en materia económica y el congreso deben mejorar la normatividad, buscar fortalecer el campo mejorar el acceso a las zonas rurales, diversificar los mercados, más innovación y tecnología, con desarrollo sostenible.
Como los estertores de un imperio en decadencia, sin respeto a los derechos humanos, vemos los encabezados de las noticias nacionales e internacionales, muestran que E.U.A esta haciendo tambalear los mercados del mundo, provocando no solo guerra comercial por la imposición de aranceles, sino una recesión. Como un manotazo a la globalización que llevará a la economía a una recesión global y a redefinir el orden geopolítico; por fortuna México puede salir avante, pero requiere que nuestros gobernantes aprieten las tuercas y se enfoquen en lo que realmente importa, dejemos para después las discusiones anodinas, con disciplina presupuestal.
Y sobre todo nuestros legisladores deben ponerse a legislar adoptando una ética e imparcialidad. Recordando que representan a toda la población, por ello deben considerar las necesidades de todas las personas, no solo sus propias necesidades, que según se lee, parece que solo les importa su ambición personal, sin ningún límite ni freno, el cual alimentan y satisfacen, con grandes privilegios como la compra de camionetas, o cirugías estéticas, provocando con su mal ejemplo, la disolución de la sociedad y un desastre para las finanzas del estado, disputándose como un botín, las arcas del erario público, ante la mirada atónita o indiferente del pueblo.
Deben recuperar la verticalidad, su decencia y honradez, dejar de perder el tiempo; poner el dedo en la llaga; resolver las omisiones legislativas en la armonización y aprobación de varias leyes, como la reforma al poder judicial, los códigos civiles y de procedimientos civiles.
La falta de acción o incumplimiento del Poder legislativo, si tiene consecuencias: como son: la responsabilidad política, responsabilidad legal, las omisiones legislativas puede llevar a un vacío legal, que incite a la gente a hacerse justicia por su propia mano, ese camino fomenta la violencia y la anarquía, afecta negativamente la economía, la seguridad pública y jurídica.
No es malo que quieran andar en camionetas lujosas, pero cómprenlas con su dinero, no acostillas del Congreso. Ya de por si son los diputados, mejor pagados con sueldos muy altos. Y todavía quieren que el Estado les patrocine la camioneta y los arreglitos estéticos. Ya lo dijo que Jesús en el sermón de la Montaña, Bienaventurados los pobres…