Guanajuato, Gto.- Al fondo del pueblo minero de Mineral de la Luz, en la parte más vieja del poblado, hasta donde pocos viajeros llegan y donde algunos le llaman “el pueblo fantasma”, allí donde las antiguas y centenarias calles construidas con piedras de cuarzo sacadas de las minas subterráneas casi desaparecen, consumidas por la naturaleza que reclama el territorio una vez arrebatado por el hombre, se encuentra un conjunto de impresionantes ruinas. Quizá algunas de las más espectaculares que se puedan encontrar en todo el territorio de Guanajuato capital: las ruinas de la Mina de la Luz.
Se trata de un enorme complejo de edificaciones que parecen haber conformado una gran hacienda de beneficio, cuyos muros se elevan más de una decena de metros sobre el suelo. Los lujosos y detallados acabados de las construcciones que se encuentran aquí revelan una inversión monetaria más allá de lo que usualmente se ve en otras ruinas de minas antiguas de la capital. Acabados artísticos en los muros, detalles de pintura en las grandes estructuras y elementos arquitectónicos que iban más allá de lo utilitario o funcional develan en conjunto que estas construcciones fueron diseñadas para reflejar la gran riqueza que se generaba en su interior.

Un pasado opulento que hoy ha quedado envuelto entre los cerros y la maleza, que poco a poco lo devoran y hacen que la sensación de un viaje al pasado, al recorrer sus vericuetos, sea todavía más evidente, más palpable.
Se tienen algunos datos fidedignos sobre estas ruinas. Según el libro Pueblos Mineros, publicado por el gobierno municipal, las primeras noticias que se tienen de la llamada “Mina de la Luz” datan del año de 1793, año en que Pedro Marmolejo realizó un denuncio bajo ese título. Sin embargo, pocos años después, el estallido de la Guerra de Independencia ocasionó el abandono de la mina. Pero no sería por mucho tiempo, pues para 1832, un tal Juan de Dios Pérez Gálvez, nieto de Antonio de Alcocer y Obregón, el primer Conde de Valenciana, inició en la mina trabajos de rehabilitación, desaguó socavones anegados y construyó otros, lo que le permitió ampliar las operaciones.
Luego, para el año de 1842, en la época del llamado “Redescubrimiento de las Minas de la Luz“, y ya a cargo del ingeniero Ignacio Alcocer, la Mina de la Luz comenzó a generar grandes dividendos, y en 1846 se comenzó la construcción de los tiros San Juan de Dios, San Miguel, Santa Lucía, y tiempo después, el de Arcángeles. Tal fue la producción de la Mina de la Luz que, para 1845, contando con una población permanente que superaba las 7 mil almas, Mineral de la Luz fue declarada ayuntamiento independiente de Guanajuato, contando inicialmente con un alcalde, un juez, un síndico y un sustituto.





La producción de la mina siguió aumentando junto con la población de La Luz, a tal grado que para finales de 1850 el poblado contaba ya con cerca de 25 mil habitantes. Para cuando terminó la bonanza, en el año de 1856, la Mina de la Luz había producido 7 millones de pesos, una enorme suma para la época.
Hoy en día, de todo eso quedan solo los recuerdos, y de las ruinas de esta mina sobreviven solo vestigios, pequeños fragmentos de tiempos antiguos, de bonanza y riqueza. Y al no tener los registros completos, ni siquiera se tiene certeza total de su nombre original.
Últimas noticias sobre Guanajuato hoy
¿Qué pasó con el proyecto del nuevo Museo de las Momias en Guanajuato?
“Me quedé sin calzones”: Captan a ladrón robando ropa interior en Villaseca, Guanajuato | Video