Guanajuato, Gto.– Desde 2019, en Guanajuato está prohibido que restaurantes y negocios de comida coloquen saleros en las mesas, de acuerdo con una reforma a la Ley de Salud del Estado aprobada hace casi seis años por el Congreso local con el objetivo de incidir en mejores hábitos alimenticios.
Sin embargo, basta con salir a comer para constatar que la norma es letra muerta: la sal sigue en prácticamente todas las mesas y barras de restaurantes de Guanajuato.
Periódico Correo realizó un recorrido por establecimientos de alimentos en León, Irapuato, Celaya, Salamanca, Dolores Hidalgo y otras ciudades del estado, y en todos los casos —sin excepción— los saleros estaban sobre las mesas, las barras o disponibles en estaciones de autoservicio, listos para usarse.
La mayoría de los encargados o meseros consultados desconocía la existencia de dicha prohibición.
Como ha sucedido con otras iniciativas, el Congreso del Estado realizó mesas de trabajo, elaboró un dictamen y luego votó en el pleno una reforma que, en la práctica, sólo quedó en el papel.
Una ley ignorada durante seis años
La reforma fue promovida en 2019 por el entonces diputado Jaime Hernández Centeno, de Movimiento Ciudadano, y consistió en modificar el artículo 39 de la Ley de Salud para el Estado de Guanajuato.
Se estableció que “los establecimientos que expidan o suministren alimentos preparados, no deberán ofrecer saleros u otros aderezos con alto contenido de sodio de forma directa en las mesas o mostradores”, salvo que el cliente lo solicite expresamente.
La intención, según explicó en su momento el legislador, era contribuir a reducir el consumo excesivo de sal en la dieta diaria, un factor de riesgo vinculado con hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal y accidentes cerebrovasculares.

La ley entró en vigor el 19 de noviembre de 2019, y a seis años después de su aprobación, la realidad demuestra que la norma simplemente no se aplica.
No existen registros públicos de sanciones, apercibimientos o visitas de verificación. Tampoco hay campañas informativas vigentes dirigidas al sector restaurantero, y el propio gremio parece ajeno a la existencia de la disposición legal.
Mayoría ignora prohibición
Periódico Correo recorrió diversos puntos de venta de comida en Salamanca y comprobó que los saleros siguen presentes en mesas y barras. Algunos comerciantes ni siquiera sabían que existe dicha regulación.
“La verdad es que sí quitamos los saleros cuando se hizo el cambio, pero con el tiempo la gente los seguía pidiendo y volvimos a colocarlos”, explicó un taquero que añadió que en cinco años ninguna autoridad sanitaria ha hecho inspecciones.
Otro vendedor, con más de 18 años en el negocio de comida, comentó que sí han recibido visitas de salubridad, pero por otras cuestiones. “Nunca nos han dicho nada de los saleros o del agua. La verdad, ni sabía que era obligatorio”, confesó.

Un encargado de restaurante fue aún más directo: “No es que no queramos cumplir la ley, pero se fue relajando todo. Al principio retiramos los saleros, pero luego los clientes los seguían pidiendo y los volvimos a poner”, declaró.
Para muchos comensales, los saleros son casi un símbolo nacional. Antonio Hernández y su esposa María, quienes viven con diabetes, reconocen que ir por unos tacos bien condimentados es un gusto que se dan de vez en cuando.
“Cuidamos mucho lo que comemos, pero a veces se antoja. La salsita es indispensable como buen mexicano, y para que no pique tanto, un poquito de sal… pero solo un poquito”, dijo ella entre risas.
Hasta se enojan si no hay sal
En negocios de Irapuato se pueden apreciar los saleros, junto a aderezos, salsas o cubiertos, como parte del menú regular.
“La verdad es que sí los habíamos retirado porque queremos cumplir la ley, pero el 95% de los clientes solicita sal, incluso algunas veces se han molestado porque no hay en sus mesas cuando van a empezar a comer. Ya se quedó como un elemento que piden mucho los clientes”, comentó Patricia, mesera en un restaurante.

Compartió que ante la alta demanda el personal del negocio fue capacitado para responder a los comensales que el motivo por el que no encontrarían saleros era para proteger su salud de algún incidente o enfermedad cardiovascular. Aún así, nueve de cada 10 clientes utiliza sal en sus alimentos.
Hay quienes sí cumplen
Algunos negocios de comida de Purísima del Rincón sí retiraron los saleros de las mesas para evitar que estén al alcance de los comensales.
Sólo se les otorgan a los clientes que lo solicitan de manera directa a quienes atienden el negocios.
“Los saleros los tenemos en exhibición, ya si el comensal nos lo pide, se los acercamos a su mesa, y si no, aquí los tenemos nosotros para la persona que los quiera”, expresó Juana Gómez, del negocio Cenaduría Rosita, uno de los más populares del municipio.
“No lo piden frecuentemente. Pero me parece perfecto, porque a la gente que realmente lo necesita, se los damos. Nosotros tratamos de no sobrepasar las medidas”.

Algunos de los clientes consideraron que la medida es necesaria, mientras que otros señalaron que es responsabilidad de cada quien, lo que consume.
Martha Ramírez, una clienta, se manifestó en desacuerdo con la medida, pues dijo que las personas deben de ser libres para determinar lo que consumen.
“La gente adulta tiene que tomar la decisión, de si la consume o no. A mí sí me gustaría que lo siguieran poniendo, porque las personas podemos tomar decisiones. A mí no me agrada mucho esa medida.
“No deberían de limitar a uno. En lo personal, sí le hiciera falta, yo lo pediría para disfrutar mi platillo, no sería un platillo agradable completo”, comentó.
Por Cuca Domínguez, Nancy Venegas y Jonathan Juárez.
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