Ciudad de México, México.– El Gobierno de Michoacán alista una medida sin precedentes en la lucha contra la normalización de la violencia: a partir del 17 de abril, quedará prohibida la interpretación de narcocorridos en espectáculos públicos dentro del estado.
La iniciativa será oficializada mediante un decreto firmado por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla el miércoles 16.

Con esta nueva disposición, municipios y autoridades locales deberán abstenerse de otorgar permisos para conciertos, bailes o eventos donde se interpreten canciones que hagan apología de actividades delictivas, particularmente aquellas que glorifican a figuras del crimen organizado.
“La música no debe ser un vehículo para normalizar la violencia ni para enaltecer figuras criminales”, expresó el mandatario estatal.
Las sanciones para quienes incumplan con el decreto incluirán desde multas económicas hasta la cancelación inmediata del evento, según lo establecido por el nuevo marco normativo.
¿Qué se prohíbe y qué no?

El decreto se aplicará exclusivamente en eventos públicos, es decir, conciertos masivos, ferias, bailes populares y otros espectáculos al aire libre o en espacios abiertos al público en general.
En cambio, no habrá restricciones para quienes deseen escuchar este tipo de música en sus hogares, vehículos o plataformas de streaming.
“Ahí cada quien puede escuchar lo que desee”, aclaró Ramírez Bedolla.
Narcocorridos: expresión cultural o propaganda criminal
La medida ha generado reacciones divididas. Mientras algunos sectores aplauden el decreto por considerarlo un paso importante hacia la pacificación del estado, otros han levantado la voz por considerar que podría vulnerar la libertad de expresión y perjudicar a artistas y promotores culturales.
En los últimos años, los narcocorridos —subgénero musical que narra, muchas veces con admiración, las hazañas de personajes ligados al narcotráfico— se han vuelto cada vez más populares.

Expertos advierten que este fenómeno contribuye a la normalización del crimen y la violencia, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
La periodista Alina Duarte recuerda que el auge de la “narco cultura” se intensificó durante la llamada “guerra contra el narco” iniciada en 2006. Desde entonces, “la economía criminal se diversificó y encontró en la música un canal de expresión”, sostiene.
Por su parte, la comunicadora Daniela Barragán señala que si bien algunos artistas usan la música como denuncia social, la línea entre protesta y apología puede ser muy delgada.
Reacciones recientes reavivan el debate

Un ejemplo del impacto de esta música en la opinión pública ocurrió recientemente durante la Feria Internacional del Caballo Texcoco 2025, cuando el cantante Luis R. Conriquez se negó a interpretar narcocorridos en cumplimiento con disposiciones estatales.
La decisión desató abucheos y disturbios entre el público, dejando en evidencia el arraigo de este género musical y el profundo debate que genera.
¿Censura o responsabilidad social?
Meme Yamel y Perla Velázquez, también analistas del tema, coincidieron en que la estrategia del gobierno no debe centrarse únicamente en prohibiciones, sino en generar un debate serio sobre las implicaciones sociales del contenido que consumimos.