Abasolo, Gto.– En los últimos años, la pitaya —también conocida como fruta del dragón— ha registrado un crecimiento notable en producción y demanda, tanto a nivel nacional como internacional. Originaria de América, esta fruta exótica, de colores vibrantes y formas llamativas, ha pasado de ser un cultivo marginal a convertirse en una oportunidad dorada para pequeños y medianos productores agrícolas.
En estados como Oaxaca, Jalisco, Puebla y algunas regiones del norte de México, la pitaya ha transformado la vida de cientos de agricultores. Gracias a su alta rentabilidad y resistencia a condiciones climáticas extremas, este cultivo representa una alternativa viable frente a otros más exigentes y menos rentables.

“Antes sembrábamos maíz y apenas alcanzaba para mantener a la familia. Desde que comenzamos con la pitaya, no solo ganamos más, también tenemos clientes que vienen desde otras ciudades buscando nuestra fruta”, relata don Jorge Hernández, productor en el municipio de Abasolo.
En esta región, donde tradicionalmente se cultivan maíz, trigo y sorgo —productos que han perdido rentabilidad en los últimos años—, la pitaya ofrece un camino distinto, más sostenible y prometedor.
Más allá de su atractivo visual, la pitaya es reconocida por su valor nutricional. Diversos estudios la catalogan como un “superalimento“, gracias a su alto contenido de antioxidantes, vitamina C, fibra y ácidos grasos esenciales. Su consumo regular puede mejorar la digestión, fortalecer el sistema inmunológico, regular los niveles de azúcar en sangre y combatir el envejecimiento celular.
Además, al tener un bajo índice calórico, es ideal para dietas saludables y recomendada para personas con diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Impulsada por la creciente demanda de alimentos saludables y sostenibles, la pitaya está bien posicionada para continuar su expansión. Innovaciones en productos derivados como jugos, mermeladas y cosméticos naturales, junto con prácticas agrícolas responsables y el acceso a nuevos mercados, podrían consolidar a este fruto como una joya del agro mexicano.
“Estamos apenas viendo el comienzo de lo que puede lograr la pitaya”, afirma Laura Méndez, ingeniera agrónoma y asesora de desarrollo rural. “Si se mantiene el impulso, México podría convertirse en uno de los principales exportadores a nivel mundial.”

El futuro de la pitaya, tanto para quienes la cultivan como para quienes la consumen, luce tan brillante como el color fucsia de su pulpa.
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