En la quinta temporada de la exitosa serie de ficción, House of Cards, disponible en la plataforma de Netflix, la dupla Underwood que gobierna a los Estados Unidos decide emprender una operación política que denominan We make terror, que consiste en crear un conflicto interno en los Estados Unidos, una suerte de guerra civil para tapar escándalos y escalar en las encuestas.
En la realidad política actual de los Estados Unidos, el gobernador de California, Gavin Newsom, acusa al presidente Donald Trump de “generar la crisis de seguridad en Los Ángeles” para sus fines dictatoriales, con el envío de la Guardia Nacional y los Marines a la segunda ciudad del país. Curiosamente también había escándalos en las redes sociales, como el señalamiento del empresario Elon Musk, de que Trump aparecía en los expedientes y archivos fotográficos del escandaloso caso de pederastia del empresario Jeffrey Epstein, amigo cercano del presidente republicano.
Por lo pronto, el conflicto interno ya existe en los Estados Unidos, con las demandas que anunció California y su gobernador en contra del presidente Trump y con las protestas que se le generalizaron a la administración trumpista en las principales ciudades de la Unión Americana.
Y en otro conflicto que también parece salido de una serie de ficción -ya sea como estrategia o como distractor a los problemas de la Casa Blanca- Israel, el aliado estratégico de los Estados Unidos, decidió lanzar un ataque de misiles contra Irán y sus instalaciones nucleares, lo que fue respondido de inmediato por los Ayatolas de Teherán, desatando un conflicto mayor en el explosivo Medio Oriente.
¿Será que a veces la realidad y la ficción se entremezclan o será más bien que, como dicen, la realidad supera a la ficción? Pero al presidente Trump sin duda le sirvieron el incendio de Los Ángeles con las fuerzas militares enfrentando a los migrantes mexicanos y latinos, como también ahora le sirve la guerra de Israel contra Irán, para ocultar los problemas internos que está acusando la Unión Americana, la caída económica en lo que va de su gestión y la crisis de popularidad que empieza a enfrentar el republicano en los albores de su segundo mandato.
De paso, y como un escenario colateral, Donald Trump y sus estrategas también aprovecharon la furia mexicana y latina que se desató en Los Ángeles, en contra de sus redadas migrantes crueles e inhumanas, para tratar de convertir a México y a los mexicanos en “enemigos extranjeros” llegando al exceso de acusar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de “alentar las protestas violentas en Los Ángeles”, tal y como lo declaró la secretaria de Seguridad Nacional, Kristie Noem, desde la mismísima oficina Oval y con el presidente a su lado.
Todo con tal de mantener a flote la imagen del presidente más polémico y controvertido en la historia de los Estados Unidos.
Porque así como el Trump de 2016 fue una figura disruptiva en la democracia estadounidense y un azote para el establishment político de Washington, el Trump de 2025 se volvió una amenaza para la democracia más sólida del mundo y un torbellino que sacudió la economía mundial y modificó las alianzas históricas de la superpotencia, en aras de construir un gobierno de derecha supremacista de corte autoritario y en el que el presidente concentre cada vez más poder, anulando o sometiendo a los otros dos poderes de la República que idearon los llamados Padres Fundadores.
Así que ya sea en la ficción o en la realidad que nos llega desde el país vecino y nuestro principal socio comercial, México siempre aparecerá como ese vecino incómodo pero necesario e incondicional que no tiene mucha opción porque su economía está estrechamente ligada a la de los Estados Unidos, un aliado que ante la resistencia a cooperar con la política intervencionista y expansionista de la administración Trump, está enfrentando también presiones, señalamientos y hasta acusaciones ideadas por los estrategas de la Casa Blanca.
Es en ese contexto en el que se producirá el primer encuentro entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Trump, en Canadá el próximo lunes. Veremos qué nuevo movimiento hace el señor Trump que hasta ahora ha utilizado a México como parte de su discurso político y electoral, actuando de manera cambiante, amenazante y ahora hasta hostil hacia México y su gobierno, y también veremos si la estrategia de la Presidenta mexicana, que hasta ahora le ha permitido sortear el imprevisible y voluble carácter de Trump, no sin llevarse algunos golpes y ataques desde la Casa Blanca, le sigue funcionando a la doctora que, por lo pronto, promete llegar con la “cabeza fría” al esperado encuentro bilateral.
NOTAS INDISCRETAS…
Y hablando de la doctora, cómo se tardó para llamar a los morenistas y a toda la base de ideólogos, opinadores y hasta bots de la 4T, a que moderaran su discurso y su tono al referirse a las protestas violentas en Los Angeles por parte de la comunidad mexicana y latina.
Y es que mientras la Presidenta hacía lo posible por sacudirse la acusación que le hicieron desde Washington, explicando los contextos y los momentos distintos en los que ella habló de “movilización”, los de su partido nomás no le ayudaban nada haciendo apología verbal y a través de las redes de los paisanos que aparecieron ondeando banderas mexicanas e incendiándolo todo a su paso en las calles y avenidas de Los Angeles.
Desde la imprudencia monumental del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, hasta la consejera morenista de Jalisco que pidió que los gringos le cancelaran su visa y se la metieran “por el culo”, que mereció una respuesta fuerte y hasta irónica del subsecretario de Estado del vecino país, Christopher Landau, exhibiendo a Melissa Cornejo de ni siquiera tener visa estadounidense, los morenistas estaban desatados con el discurso de la valentía de los paisanos y la “reconquista” del territorio que, torpemente, reclamó el senador Noroña.
“Yo creo que nosotros no podemos, nunca, estar de acuerdo con acciones violentas, nuestro movimiento siempre ha sido pacífico, hay que promover siempre la paz”, dijo la mandataria al pedirle a los militantes y seguidores de su partido a “dejar de hacer política en las Red X, está bien que se manifiestan las opiniones, pero hay que ir con la gente, las redes sociales son una parte, lo importante es el contacto con la gente, el trabajo en territorio siempre”. ¿Me entiendes Fernández o te lo explico Noroña?… Los dados cierran semana con Escalera Doble. Excelente fin de semana de descanso para los amables lectores.