¿Cómo se muestra a la mujer en la pornografía? ¿Por qué ha sido un tema de crítica y una problemática por debatir?
La definición de la palabra “pornografía” viene del griego porne, que significa esclava o prostituta y de graphos, que significa escritura o descripción. Así, etimológicamente, el término de pornografía sería “escrito o descripción de la esclavitud sexual o de las prostitutas”. Sin embargo, esta definición es limitada, pues no abarca los temas expuestos en el amplio material pornográfico y, además, a lo largo del tiempo el término se ha vuelto más complejo.

Durante las décadas de los ochenta y noventa, uno de los temas más importantes a discutir dentro del movimiento feminista, fue la pornografía. Los trabajos de las autoras Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin son los más destacables y representativos de esta mirada crítica del material sexual. Como señala Romina Smiraglia, para las autoras “la crítica feminista a la pornografía debe ubicarse en el ámbito político por ser el origen de actitudes y conductas violentas y discriminatorias que definen el trato y el lugar que ha de ocupar en el mundo la mitad de la población”.
Dworkin menciona que la forma en la que los hombres (que consumen pornografía) viven su sexualidad está vinculada con la violencia, que se representa y acepta culturalmente en la pornografía. En este material se exponen los deseos más profundos del hombre, de subordinar y degradar a las mujeres para su placer, transformando y perturbando su visión de las mujeres. Los hombres desde temprana edad, aun siendo niños, crecen viendo este contenido, pues es el primer acercamiento de exploración a su sexualidad; ello provoca que normalicen la violencia hacia la mujer, pues es lo que se expone en la pornografía.
Como menciona la autora Gabriela Castellanos Llanos: “nunca se ha comprobado que la pornografía sea una causa directa de la violación y de otras formas de agresión contra las mujeres, pero encontramos una extensa literatura que señala que los materiales sexistas, especialmente aquellos que muestran a las mujeres humilladas o agredidas en relación con actos sexuales promueven actitudes, ideas y conductas lesivas a los derechos de las mujeres”.
El consumo de la pornografía permite que se siga dando lugar a la violencia machista. La violación y esclavitud sexual se muestran libremente en videos pornográficos, pues se ha demostrado que cientos de videos que son consumidos por miles de usuarios, son grabaciones de violaciones reales. Las palabras más usadas en los títulos de estas películas son “adolescente”, “colegiala” o “hija”, lo que nos indica un grandísimo problema de sexualización de menores de edad, que provoca una distorsión en la mente de los consumidores de este contenido.
Además, muchísimas actrices del cine para adultos han declarado sus dolorosas experiencias de explotación y abuso dentro de la industria, lo que las ha llevado a tener problemas mentales y adicciones. Las prácticas sexuales se han vuelto cada vez más extremas, con el fin de que los usuarios, que consumen activamente este contenido, sigan estimulando su cerebro y logren sentir placer. Porque ver pornografía de manera recurrente se puede volver una adicción, a tal punto que las personas ya no sienten placer al ver material donde no hay violencia de por medio.
Demostrando que los deseos que se consideran obscenos o prohibidos son fetichizados, erotizados, y permitidos en la pornografía.
El papel de las mujeres es de sumisión y pasividad, listas para el goce masculino. Así, podemos entender que en la pornografía se dibuja, de manera simbólica, la imagen de la prostituta y el cliente. En el caso de la pornografía donde se muestra a la mujer como “dominante”, donde el hombre es el sumiso y maltratado, se percibe al hombre como un elemento para enfocar a la mujer en una representación del deseo masculino. “El papel de la mujer es el de propiciar, estimular, servir al placer del hombre, independientemente de si existe o no placer para ella”.
La industria del cine para adultos, así como el consumo de éste, permite que se distorsione el disfrute sexual, perpetuando la deshumanización y cosificación4 de las mujeres. Sin duda es un tema muy complejo para analizar y reflexionar desde muchas aristas, tanto sociales, como psicológicas, políticas, históricas, y un largo etcétera.