El próximo domingo quedará inscrito en la historia política del país como el día en el que el Poder Judicial Federal y el concepto de democracia cambiaron en México no necesariamente para mejorar. Porque los vicios de origen y la superficialidad de la reforma constitucional que dio pie a la formación de un nuevo sistema judicial, no ofrece ninguna garantía de que la votación a la que se convoca a los ciudadanos bastará para garantizar un modelo de justicia mejor o exento de corruptelas y, por el contrario, la confusa y manipulada elección que ocurrirá este 1 de junio abrirá la puerta a un Poder Judicial controlado, manipulado y sometido al régimen gobernante.
Y si nada garantiza una mejora real en la justicia, para la democracia mexicana, tal y como la conocimos en los últimos 30 años, los comicios de este domingo también representan un grave retroceso porque, lejos de los procesos confiables, profesionales e imparciales que logramos tener desde la reforma política de 1996, la de los jueces, magistrados y ministros será una elección con la que regresarán, de manera abierta y cínica, los peores vicios de los procesos electorales de la era priista: el voto corporativo, el acarreo masivo de votantes que sustituye al voto ciudadano y, como ocurría en el antiguo régimen del PRI, una elección cuyos resultados ya se conocen y éstos serán totalmente favorables a los intereses del gobierno y su partido.
En ese sentido, el próximo domingo, con la participación del aparato político y clientelar del gobierno y con la ausencia de la oposición y del voto de la sociedad civil, que no creen en la certeza y legalidad de este proceso, avanzaremos en una nueva forma de realizar elecciones en las que sólo el régimen y sus grupos clientelares participan y deciden, mientras la ciudadanía y los partidos de oposición se vuelven actores meramente testimoniales, ya sea porque se abstienen y descalifican el proceso o porque el aparato político del gobierno puede, por sí solo, definir las elecciones.
Podría decirse que esta es la primera elección de la época reciente en México de la que ya se saben de manera anticipada sus resultados, porque además las huestes del gobierno y su partido, inducen de manera descarada y cínica el voto, diciéndoles a sus clientelas y estructuras por qué candidatos deben votar a través de los ya famoso “acordeones” de Morena; aunque a decir verdad, algo muy similar pasó ya en las elecciones presidenciales de 2024, donde el uso descarado de recursos públicos, programas sociales y el manejo de encuestas pagadas, hicieron que desde al menos dos meses antes de las votaciones ya se supiera quién sería la candidata ganadora e incluso, por voz del entonces presidente, hasta se “adivinara” anticipadamente el margen de votación con el que ganaría, con más del 30% de diferencia y 35 millones de votos.
Pero a diferencia del 2024, donde ya el aparato de estado y del partido hegemónico habían definido anticipadamente el resultado de la elección, pero todavía los ciudadanos salieron a votar masivamente tratando de hacer valer su derecho a decidir, en esta ocasión, en la elección judicial, el problema es que los ciudadanos y hasta la disminuida y debilitada oposición, ni siquiera harán el intento por votar y tratar de influir en un resultado que, de antemano, se sabe definido a favor del régimen.
Más allá del discurso oficial que pretende vender esta elección como algo “histórico”, que nos convertirá “en el país más democrático del mundo” o que “podremos decidir quiénes queremos que sean nuestros jueces y ministros”, la realidad es que no hay muchos incentivos para votar. No sólo por lo confuso y complicado que resultará este experimento, sino porque tal y como se diseñó todo el proceso –entre la tómbola, los comités amañados que evaluaron a los candidatos y la presencia de candidatos con vínculos o antecedentes oscuros— todo parece orientado a que salgan electos los candidatos y candidatas afines al régimen.
Eso es quizá lo más grave que ocurrirá este domingo: que las elecciones serias, profesionales y certeras, a las que nos acostumbramos a partir de 1997, con el nacimiento del IFE y su posterior transformación ciudadana con el INE, darán paso a un nuevo tipo de comicios en los que habrá más dudas que certezas y en los que los resultados, previamente difundidos e inducidos por el partido gobernante, simplemente serán validados por el voto corporativo y clientelar, con la ausencia mayor del voto ciudadano.
Esa parece ser la nueva forma de “democracia” que ahora promoverá el régimen de la 4T y que dista mucho de ser el tipo de elecciones libres y democráticas que tuvimos hasta ahora en el país. Lo que ocurrirá el domingo se parece mucho más a las elecciones de los regímenes dictatoriales y autoritarios de Latinoamérica y de otras partes del mundo, y su resultado será también el fin de un Poder Judicial independiente y autónomo, para dar paso a un modelo judicial a imagen y semejanza de los Poderes Ejecutivo y Legislativo que ya controla el nuevo partido hegemónico de México.
Parafraseando al recién fallecido escritor, Mario Vargas Llosa, nos acercamos a partir de este 1 de junio, a la nueva “dictadura perfecta” mexicana, ahora vestida de color guinda, pero con muchos resabios y similitudes a la vieja dictadura priista.
Notas indiscretas…
Hay pactos que, por inconfesables y sucios que hayan sido, sus resultados siempre salen a la vista. Lo decimos por las fotografías y videos que han llegado en los últimos días desde España, donde los Yunes, el senador Yunes Márquez y su padre Miguel Ángel Yunes Linares se pasean de lo más tranquilos por Madrid, en unas vacaciones que dejan ver su cómodo y sofisticado estilo de vida. Lo mismo en bares de moda de la capital española, que en exclusivas boutiques, padre e hijo, grabados o fotografiados en su relajada estancia madrileña, se muestran de lo más tranquilos, como quien se sabe protegido e impune gracias a sus acuerdos con el régimen. Y mientras acá, lo mismo en las redes, en el Senado o en las calles de Veracruz y del país les gritan “traidores”, en el selecto barrio de Salamanca, ahora que no es época vacacional y no hay tantos mexicanos, ellos ni sudan ni se acongojan y para nada les molesta que sus críticos los vean tranquilos y rozagantes, disfrutando de sus relajadas vacaciones madrileñas. En una de esas hasta el mismo patriarca se mandó grabar y fotografiar, nomás para mostrar su poder e impunidad… A la presidenta Claudia Sheinbaum le salió, sin esperarlo, una invitación con boleto dorado. El primer ministro de Canadá, Mark Carney, invitó ayer a la doctora a que asista a la Cumbre del G-7, que se llevará a cabo en la provincia de Alberta, en su país, con la idea de que, en el marco de ese encuentro, se puedan reunir los tres presidentes de América del Norte, es decir, ella y el primer ministro canadiense con el presidente Donald Trump. La invitación parece muy conveniente, justo en momentos en que hay tantos y tan importantes temas sobre la mesa en la relación bilateral México-Estados Unidos y en la relación del TMEC también con Canadá. Sería la primera vez que Claudia Sheinbaum se reuniera con Donald Trump con el que hasta ahora sólo ha tenido llamadas telefónicas. Hasta anoche la Presidencia de la República no había contestado a la invitación improvisada que le hizo el presidente Carney a la doctora, pero es seguro que hoy en la conferencia mañanera se dé la respuesta. No aprovechar esta invitación sería un grave error, en momentos en que las presiones y las tensiones aumentan en la relación con Estados Unidos. ¿Aprovechará Sheinbaum el boleto dorado que le ofreció Carney o lo despreciará para irse a bailar y a repartir ayudas sociales en comunidades?… Ayer por una confusión, se mencionó en esta columna que al excónsul de Nueva York, Jorge Islas, lo habían acusado de “abuso sexual” empleados de dicho consulado, pero en realidad las acusaciones fueron por “acoso laboral” en contra del diplomático. Se hace la aclaración a petición suya… Los dados repitieron Serpiente. Descenso obligado.
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