Creo que quienes pertenecemos a universidades pensamos constantemente en la educación. ¿Cómo concebimos la educación universitaria? ¿Cómo la conciben quiénes estudian? ¿Cómo la conciben quienes imparten clases? ¿Cómo la concibe el público y los gobiernos?
En la licenciatura en economía ponemos énfasis en el lugar que nuestra ciencia tiene en la construcción de las condiciones que permitan a cada persona llevar a cabo los proyectos de vida que valora. El ganador del Nobel de economía de 1998, Amartya Sen, formuló esta definición del desarrollo humano. El objetivo del desarrollo es cada persona, como fin en sí misma, y su florecimiento con toda su complejidad y riqueza en los términos que cada una elija para sí.
¿Cómo contribuye la educación universitaria al desarrollo humano así concebido? La universidad es un lugar natural para el aprendizaje de una profesión o de las habilidades prácticas que permitan el desarrollo de una carrera profesional. No queda duda que de la adquisición de habilidades es fundamental para que las personas egresadas puedan llevar a cabo sus metas personales y profesionales. Esto es crítico en un entorno económico de creciente incertidumbre.
Sin embargo, una tendencia internacional desde hace décadas (descrita por ejemplo por Martha Nussbaum en su libro Sin fines de lucro) es a reducir la educación en general y la universitaria en particular casi exclusivamente al desarrollo de habilidades profesionales. Es decir que la importancia de la educación es puramente instrumental y acaso que las personas portadoras de esas habilidades son instrumentos también.
Este ámbito reducido tiene consecuencias significativas ya que cierra la puerta a que el tiempo que las personas pasan en la universidad contribuya a quienes pueden ser y no meramente a lo que pueden hacer.
Considerar a cada persona como un fin en sí misma implica que su valía es independiente de su contribución personal, profesional, política o económica a la sociedad. En ese sentido la educación no se puede limitar a lo que una persona hace sino a quien es, y debe buscarse en sí misma como elemento constitutivo de la vida de cada persona.
Al considerar a cada persona y su educación como fines en sí mismas nos vemos en la obligación de incorporar en la vida universitaria una variedad de experiencias humanas: artísticas, científicas, sociales que nutran y alienten las vidas internas y externas de quienes participan.
Aspiramos a una educación que contribuya a, defienda y celebre la libertad de cada persona de llevar a cabo los proyectos de vida que valora. Nos corresponde encontrar el balance correcto entre la educación vocacional y la humanística. Espero que estemos a la altura del reto que esto representa.