Acámbaro, Gto. – En una esquina del corralón, en Acámbaro, dentro de un puesto de lámina y acompañado de su inseparable hielera, Don Luis se ha convertido en parte del paisaje y la memoria colectiva. Desde hace más de 32 años, este hombre de manos trabajadoras ofrece nieves artesanales, un oficio que aprendió de su mamá, quien dedicó gran parte de su vida a endulzar la infancia de generaciones pasadas.
“La primera vez que ayudé a mi mamá tenía como diez años. Me enseñó cómo raspar el hielo, cómo preparar los sabores con fruta natural y azúcar, todo sin máquinas, a la antigua”, cuenta Don Luis con orgullo mientras sirve una nieve de limón, una de las favoritas de sus clientes.
Luis Moncada Cervantes inició a vender su nieve en un diablito con una tina y un botecito. Con el tiempo, logró ocupar un lugar dentro del corralón, a donde llegan urbanos que llevan pasaje a diferentes colonias de Acámbaro.

La tradición de hacer nieve artesanal no sólo se ha mantenido en su familia, sino que también se ha convertido en una pasión personal. Cada mañana, desde muy temprano, Don Luis prepara los ingredientes: vainilla, limón —sabores que son los favoritos de sus clientes—, aunque también prepara nieves de temporada como de mango, fresa, coco, café, entre otros sabores que despiertan la nostalgia y el gusto por lo auténtico.
“Esto no es sólo vender, es compartir una parte de mi historia, de mi familia. La ciudadanía ya me ubica; tengo clientes de años, aunque todavía hay personas que no me conocen, pero después de probarla por primera ocasión, regresan a llevar más nieve”.
En cuanto al tema de las ventas, Don Luis dice que “ya no se sabe qué días son los de mayor venta; antes eran los domingos o días festivos, pero con el paso del tiempo se ha perdido eso, y ahora es muy poco lo que se llega a vender”.

Los vasos de nieve que prepara Don Luis tienen un costo de 20, 25 y 30 pesos; el litro vale 150 pesos. El precio de la nieve no puede ser más barato, ya que los insumos para prepararla cada día están más caros: “El cono dorado se lo daban a 22 pesos, ahora lo obtengo en 57; el cono cuate, a 8 pesos, ahora a 31; las cucharas, a 8 pesos, ahora 17; la leche bronca, a 10 pesos el litro, ahora 14; el azúcar valía 18, ahora 25. Con los precios de los insumos, no me puedo poner a competir con los que regalan la nieve; no tiene caso”.
Don Luis vende sus nieves en el corralón de Acámbaro de lunes a viernes, de 1 a 5 de la tarde, además de que tiene otro puesto a un costado de San Antonio, el cual atiende su hija. Aprendió a preparar la nieve gracias a que su abuelita Refugio Romero enseñó a su mamá.
A pesar del paso del tiempo y los cambios en la ciudad, Don Luis se mantiene firme, defendiendo una tradición que pocos conservan. Su clientela abarca desde adultos que crecieron con sus nieves hasta nuevos visitantes que descubren en sus sabores un pedacito del pasado. Don Luis no planea retirarse pronto: mientras la salud lo permita, asegura que seguirá ofreciendo su nieve, llevando consigo el legado de su abuela, la receta secreta de sus nieves y el cariño de una comunidad que lo considera parte de su historia.
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