Aunque parezca increíble, la desigualdad de género sigue siendo un problema serio en todo el mundo, incluso en los países más desarrollados. Por eso, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas le dedica un Objetivo de Desarrollo Sostenible (el famoso ODS 5) exclusivamente a buscar la igualdad entre hombres y mujeres, y al empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
En el mundo laboral, esta desigualdad se nota en las enormes brechas de participación y de salario. Según datos recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en México solo el 46% de las mujeres mayores de 15 años forman parte de la población económicamente activa, mientras que en los hombres la cifra es de 77%. Por si fuera poco, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), las mujeres ganan, en promedio, 35% menos que los hombres.
¿De dónde viene esta diferencia? En gran parte, de los roles tradicionales de género que todavía están muy arraigados en la sociedad: la idea de que las mujeres deben encargarse de la casa y la familia, y los hombres de traer el dinero a casa. Para darnos una idea, los datos más recientes de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) muestran que, en 2019, las mujeres mexicanas dedicaron 2.5 veces más horas al trabajo no remunerado que los hombres (42.8 horas semanales contra 16.9). Además, aunque ellas trabajaron en total 3.4 horas más a la semana que ellos, esto no se tradujo en mejores ingresos, pues solo el 34% de su tiempo laboral fue dedicado a actividades remuneradas, mientras que el 66% restante se destinó a actividades no pagadas: cocinar, limpiar, cuidar a niños, personas con discapacidad o adultos mayores. En cambio, los hombres destinaron el 73% de su tiempo a actividades remuneradas y solo el 27% a tareas del hogar, según datos de la CEPAL.
Está claro que la desigualdad de género es un tema multidimensional que va mucho más allá del acceso al trabajo o del salario. Para cambiar las cosas, no basta con promover leyes o políticas de paridad: hace falta un cambio social profundo para que mujeres y hombres compartan de forma justa las tareas del hogar y del cuidado de sus miembros. El uso del tiempo más equilibrado para todos promoverá el acceso de las mujeres al mercado de trabajo y es un paso necesario hacia la igualdad de género.
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