Ciudad de México, México.- El Grupo de los Siete (G7) celebra su cumbre anual en Alberta, Canadá, bajo un escenario geopolítico complejo y cambiante. Formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, este foro nació en 1975 como el corazón económico del mundo occidental. Hoy, aunque ha perdido peso relativo frente a bloques como el G20 o los BRICS, sigue teniendo una influencia estratégica clave en temas de seguridad, diplomacia y comercio global.

“El G7 es un mecanismo compacto con enorme carga simbólica. Aunque ha perdido peso económico relativo frente a otros bloques, conserva influencia estratégica”, afirma el Mtro. David García Contreras, catedrático de Relaciones Internacionales en la FES Aragón de la UNAM.
Un foro nacido del poder occidental

El G7 emergió tras la crisis petrolera de los años 70 como una alianza informal de potencias industriales. En su apogeo, llegó a representar más del 70 % del PIB global. Hoy, aunque su influencia económica ha disminuido, sus integrantes concentran buena parte del poder tecnológico, militar y financiero del planeta.
“El G7 encarna el orden internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial, con Estados Unidos como eje y Europa como ancla diplomática”, explica García. También recuerda que tres de sus miembros —EE. UU., Reino Unido y Francia— son potencias nucleares con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, lo que refuerza su legitimidad histórica, pero también su resistencia al cambio.
La agenda de 2025: entre la IA y la inestabilidad global

Este año, la cumbre se ve marcada por múltiples crisis y tensiones geopolíticas. Entre los temas centrales de la reunión están:
- Conflictos armados: La guerra entre Rusia y Ucrania continúa estancada, mientras que el reciente choque entre Israel e Irán ha elevado la tensión en Medio Oriente. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abandonó inesperadamente la cumbre la noche del lunes para atender el conflicto, luego de sugerir un posible alto al fuego sin ofrecer detalles.
- Inteligencia artificial: El G7 busca liderar el desarrollo y regulación ética de la IA. La creciente influencia tecnológica de China ha motivado al grupo a buscar estándares comunes ante un avance acelerado que puede redefinir la competencia global.
- Seguridad energética: Con la guerra en Ucrania y sanciones a Rusia en curso, la reconfiguración de las fuentes de energía es urgente. El G7 analiza nuevas rutas para una arquitectura energética sustentable y autónoma.
- Política comercial: El regreso de aranceles unilaterales por parte de EE. UU. ha generado tensiones internas. “Es paradójico que un foro creado para estabilizar la economía sea hoy sacudido por las decisiones de uno de sus propios miembros”, apunta García.
Por primera vez en la historia, una presidenta mexicana participa en una cumbre del G7. Claudia Sheinbaum asiste como invitada especial, aunque no se concretó el encuentro bilateral con Trump. En cambio, sostuvo reuniones con líderes de Alemania e India, además de emitir un mensaje ante la plenaria.
“Esta participación marca un cambio en la política exterior mexicana. A diferencia de López Obrador, Sheinbaum ha entendido la importancia de la diplomacia activa”, señala el académico. Si bien temas como migración, comercio y cooperación climática no fueron centrales, su presencia revaloriza la voz de México en foros multilaterales.
G7, G20 y BRICS: ¿tres bloques para un nuevo mundo?
La reunión en Alberta también confirma que el G7 ya no es el único referente del poder global. A su lado compiten estructuras más representativas del mundo actual:
- El G20, fundado en 1999, integra economías emergentes y potencias medias como México, India, Turquía y Corea del Sur.
- Los BRICS, creados en 2001 y ahora en formato BRICS Plus, han incorporado países como Arabia Saudita, Egipto, Argentina y —recientemente— Vietnam, que anunció ayer mismo su adhesión al bloque.
“El G7 es la esfera de influencia de Estados Unidos. Los BRICS giran en torno a China. Y estamos viendo una confrontación entre dos formas de entender el orden global”, reflexiona García.
Mientras que el G7 se ha mantenido cerrado —solo admitió a Canadá en 1976—, los BRICS se han expandido con rapidez, promoviendo un modelo de cooperación sin hegemonías ni alineamientos con Occidente.