El acogimiento familiar es una medida de protección temporal que consiste en cuidar de una niña, niño o adolescente que, por las razones que sean, no puede estar con su familia de origen. El cuidado es temporal en lo que las autoridades competentes determinan, con base al interés superior de la niña, niño o adolescente, si vuelve con su familia de origen, con algún familiar, o con una familia adoptiva. Es decir, en lo que se determina una opción familiar permanente.

Con base a mis aportes a un manual de acogimiento familiar para adolescentes, podemos decir que, para la sensibilización y convocatoria de familias de acogimiento de adolescentes, es importante tomar en cuenta dos factores de tipo cultural:

1) En lo general, la etapa adolescente está cargada de prejuicios, mitos y estigmas.

2) Las y los adolescentes víctimas de negligencia, violencia o abandono y que en ocasiones vivieron algunos años en instituciones residenciales, crecen con habilidades limitadas, sobre todo de tipo socio-emocional y cognitivas, llevándolos a comportamientos inadecuados que aumentan los prejuicios en una sociedad no siempre empática ante el sufrimiento y circunstancias de esta población joven.

Por lo tanto, adolescencia, violencia y discriminación, son tres elementos a tomar en cuenta para la sensibilización y convocatoria de familias acogedoras de adolescentes víctimas de violencia.

El mensaje a difundir para la sensibilización y convocatoria de familias es que, tal y como quedó evidenciado con anterioridad, la adolescencia, como etapa evolutiva, no es “terrible”, sino una segunda oportunidad para, ahora, aprovechar la maleabilidad y plasticidad cerebral que permite influir en la persona adolescente para continuar su trayectoria de desarrollo.

Es verdad que la violencia padecida por las y los adolescentes candidatos a acogimiento familiar complejiza su cuidado, sin embargo, la capacidad de recuperación y resiliencia, sumada al acompañamiento de tutores de resiliencia (el equipo técnico, las instituciones del estado, los recursos de la comunidad y la propia familia acogedora) posibilitan una crianza y un acompañamiento capaz de reparar los aspectos dañados por la violencia o negligencia padecida.

Para la planificación y desarrollo de una estrategia de convocatoria, así como para la construcción de un mensaje que redunde en sensibilización a la sociedad y en atracción de familias de acogida para adolescente víctimas de violencia, se requiere transmitir el realismo de las implicaciones de su acogimiento (las circunstancias que los llevaron a la separación de sus familias de origen, las necesidades de desarrollo, las consecuencias del maltrato, etcétera), así como la esperanza realista que otorga la capacidad de recuperación precisamente en la etapa adolescente gracias a la resiliencia, a la plasticidad y reestructura cerebral por la que pasan en esta etapa de vida.

La adolescencia es una etapa de creatividad y las y los adolescentes tienen derecho a ser escuchados en los asuntos que es afectan. Tomando en cuenta estas dos variables —creatividad y derecho a la participación—, se les puede incluir en la elaboración del mensaje social para el programa de acogimiento familiar y para elaboración de las piezas de comunicación. Ellos suelen ser muy claros a la hora de expresar lo que necesitan de los sistemas de protección y de las familias, por lo que sus palabras pueden ser muy potentes al construir el mensaje de sensibilización y convocatoria.

Ellos conocen sus necesidades y sus circunstancias y, a diferencia de los bebés, niñas y niños muy pequeños, tienen los recursos verbales y cognitivos para expresarlos. Los siguientes son algunos mensajes que me compartieron hace un tiempo para que fuera su portavoz en un congreso nacional sobre el derecho a la convivencia familiar y comunitaria:

“Necesitamos una familia para aprender, para tener alguien con quien platicar, alguien que nos quiera y nos dé amor”.

“Lo peor es cuando te separan de tus hermanos. El vínculo con ellos era todo lo que yo tenía. No nos separen”.

“A las autoridades les pedimos que cuiden a los niños que están en las calles; no dejen de esforzarse en recuperar al chavo que está en una situación difícil. No olviden que vale la pena intentarlo pues sí cambiamos para bien”.

Apresuremos el paso en la implementación de las diversas alternativas de cuidado alternativo como lo es el acogimiento familiar. La modalidad residencial no puede seguir siendo la única opción, pues está comprobado que tiene muchas limitaciones y está contraindicado en muchos casos, por ejemplo, para niñas y niños menores de tres años.

Las personas adolescentes tienen que ser vistas. De acuerdo con la Convención del Niño (sic), tienen el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que le afectan, además de la sensibilidad y creatividad para hacerlo. Escuchémosles a la hora de buscar alternativas familiares, a la hora de diseñar los programas de acogimiento familiar.