Jerécuaro, Gto. – Samuel Trejo Originario de la localidad de la Mina del municipio de Jerécuaro comunidad que se localiza a 25 minutos del municipio por lo que todos los días el señor recorre varios kilómetros para llegar al Jardín Principal a instalar su puesto de aguas frescas y fruta.
Bajo el intenso sol del mediodía, Samuel acomoda con rapidez sus vitroleros de 19 litros cada uno llenos de agua fresca de sabor y recipientes con fruta picada. Desde hace 13 años se ha dedicado a esta actividad que, con el paso del tiempo, se ha convertido no solo en su sustento, sino en una tradición para muchos que lo buscan cada día en la misma esquina.

Este año, las altas temperaturas han disparado la demanda. “Antes me duraba hasta la tarde, pero ahora en menos de tres horas ya no tengo ni una gota“, comenta entre sonrisas mientras atiende a una fila de clientes. Los vitroleros de agua de horchata, Jamaica, sandia, mango y limón se vacía rápidamente, y los vasos de fruta con mango, sandía o pepino apenas tocan el mostrador antes de ser llevados por los sedientos transeúntes.
“El calor esta intenso por lo que la gente acude a comprar aguas de sabor para refrescarse, con el aumento de las temperaturas las ventas han aumentado a diferencia de otras fechas”.

Por un tiempo Samuel vivió en la Ciudad de México
Por un tiempo Samuel vivió en la Ciudad de México donde atendía un puesto de fruta y aguas que no era de su propiedad después de un tiempo de laborar en ese lugar toma la decisión de regresarse a su lugar de origen e iniciar con su propio negocio.
Pese al agotamiento y el sol que no da tregua, Don Samuel no pierde el ánimo ni el cariño con el que prepara cada bebida. “Me gusta que la gente disfrute, por eso lo hago con ganas. No es solo agua, es el sabor que uno le pone”, afirma con orgullo.
Los jerecuarenses que llegan hasta el puesto detallan que las aguas de Samuel son las mejores de Jerécuaro, “si no llegas temprano no alcanzas se terminan las aguas entre 12:00 y 1:00 pm todos los días, le compramos porque sabemos que son preparadas con higiene”, detallaron los clientes.
A lo largo de los años, ha logrado ganarse la confianza y el aprecio de la comunidad. Muchos de sus clientes lo conocen por nombre y lo saludan con afecto. Para él, su pequeño puesto representa mucho más que una fuente de ingresos: es el reflejo de su esfuerzo diario, su constancia y el deseo de salir adelante honradamente. “Mientras tenga salud, aquí voy a seguir”, concluye mientras llena otro vaso, manteniendo viva una tradición que refresca tanto el cuerpo como el corazón de quienes lo visitan.