Los gobiernos estatales, que habían sido hasta ahora uno de los activos más potentes en la estrategia de Morena para hacerse del control de la República, se han convertido ahora en un serio problema para el régimen del partido gobernante. Varios gobernadores surgidos de las filas morenistas se han convertido en figuras polémicas y emproblemadas por señalamientos lo mismo de corrupción, de ineptitud o de vinculación con el crimen organizado, lo que los convierte en lastres para la autonombrada 4T.
Casos como el de Rubén Rocha Moya en Sinaloa, que primero se tornó polémico y agresivo con sus opositores y con la prensa crítica, pero luego terminó involucrado en la trama del secuestro y la extracción de Ismael “El Mayo” Zambada en junio de 2024, ejemplifican muy bien cómo los gobernantes estatales pasaron de ser símbolo de consolidación y fortaleza para el lopezobradorismo, a convertirse en auténticos dolores de cabeza y problemas para la presidenta Claudia Sheinbaum, que tiene que gastar su imagen y su capital defendiendo a gobernadoras y gobernadores que se volvieron tóxicos para su gobierno y su partido.
El caso de Marina del Pilar es actualmente el más delicado para Morena. La cancelación de su visa por parte del gobierno de Estados Unidos destapó la cloaca de denuncias por corrupción, negocios y tráfico de influencias que se mueven en su gobierno y en las cuales participa su esposo, el empresario y político, Carlos Torres, a quien los bajacalifornianos ubican muy bien como el operador financiero y de los negocios en el gobierno de la morenista.
El hecho evidente de que perdió la confianza del gobierno de los Estados Unidos, con cuya frontera en California tiene un intenso intercambio de todo tipo el estado de Baja California, ha provocado un debilitamiento innegable de la gobernadora Del Pilar, quien por más que niegue la gravedad de su situación y acuse “violencia política de género” en su contra, se ha vuelto vulnerable políticamente. Y eso es percibido por una población inconforme con su gobierno, que este fin de semana salió a realizar una protesta masiva en forma de una “carnita asada” en la explanada del Palacio de Gobierno estatal para exigirle su renuncia al grito de “Fuera Marina, Fuera Marina”.
Y como Marina del Pilar no es la única gobernadora morenista que está en la mira de Estados Unidos y se habla de al menos otros cinco mandatarios estatales de Morena que aparecen en la llamada “Lista de Marco” por presuntas investigaciones de agencias estadounidenses en su contra, como los casos de los gobernadores y gobernadoras de Tamaulipas, Nayarit, Michoacán, Campeche, Quintana Roo y otros que también podrían empezar a ser sancionados con la cancelación de sus visas, está claro que a la 4T sus gobiernos estatales se le volvieron un problema.
Porque a este paso la presidenta Sheinbaum, que hasta ahora ha sostenido a Rocha Moya contra viento y marea y ahora defiende apasionadamente —pero a ciegas y sin información— a Marina del Pilar, no le va a alcanzar para defender ni proteger a tantos gobernadores que enfrentarían sanciones desde Estados Unidos por vincularlos a temas de crimen organizado, ya sea por haber recibido financiamiento ilegal para sus campañas o por acusaciones de colaboración con los cárteles mexicanos ahora considerados grupos “narcoterroristas” por el gobierno de Donald Trump.
Así es que uno de los pilares que sostienen al régimen morenista, con los que se inició la conquista de la República desde sus entidades federativas, hoy se está tambaleando. Todo se está conjuntando para que, en la estrategia de presión y asedio que claramente ha comenzado Washington en contra del gobierno de México y de la presidenta Sheinbaum, con miras a forzar el beneplácito mexicano a la guerra contra los cárteles de la droga, los gobernadores y gobernadoras sean uno de los primeros blancos del Departamento de Estado en su intención de exhibir y desmantelar las redes de la narcopolítica en el país.
Por todo eso decimos que hoy las gobernadoras y gobernadores de Morena están en jaque y no va a ser fácil para varios de ellos eludir acciones y señalamientos desde Washington que pondrán en duda su imagen y su capacidad para continuar al frente de los estados que hoy gobiernan. Y conforme empiecen a salir nombres y sanciones desde el país vecino, se verá cómo ese pilar fundamental del régimen, que hoy son sus 24 gobernadores, empieza a desmoronarse y no habrá poder humano, ni siquiera el de la presidenta, que pueda evitarlo.
NOTAS INDISCRETAS…
De haber sido la institución armada que se consideraba más eficiente y con menos sospechas de corrupción o negligencias, la Secretaría de Marina ha pasado a ser hoy blanco de críticas y cuestionamientos al dedicarse a tantas cosas que no están en sus funciones constitucionales y que han afectado su imagen frente a los mexicanos.
Solo con ver lo mal que está el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, hoy administrado y operado por la Marina, se puede dar cuenta de que andar haciendo tareas que no le corresponden y para las que ni siquiera están capacitados no ha sido lo mejor para las fuerzas navales mexicanas.
Pero cuando además de verse mal operando aeropuertos o construyendo desarrollos turísticos fracasados en las Islas Marías o sin poder frenar la corrupción y el contrabando en los puertos mexicanos, la Secretaría de Marina Armada de México se ve fatal en lo que sí le corresponde hacer por ley y que se supone son expertos, entonces sí, como diría el clásico: “Almirante, tenemos un problema”.
Porque la forma tan torpe en que se manejó el trágico choque del Velero Escuela Cuauhtémoc contra la estructura del Puente de Brooklyn en Nueva York, deja mucho que pensar sobre el profesionalismo y la seriedad de los oficiales de la Marina mexicana que operan ese barco.
Además de la muerte trágica de dos jóvenes cabos y de las heridas que se provocaron en decenas de estudiantes, se ve muy mal que un barco que opera directamente la Marina mexicana se haya estrellado de esa manera por un error, descuido o negligencia de su jefe de tripulación. ¿No sabían la altura de sus mastines ni conocían la altura del puente por el que obligadamente pasarían en su recorrido por el Hudson? De pena ajena lo ocurrido y es imposible que la presidenta Sheinbaum quiera defender lo indefendible pidiendo torpemente que “no se politice” la vergonzosa maniobra de los marinos mexicanos que terminó en tragedia.
Lo dicho, la Marina mexicana no está en su mejor momento y, encima de todo eso, los rumores de una corrupción rampante dentro de sus filas son cada vez más estridentes. Si alguna vez se decía que de las Fuerzas Armadas Mexicanas la Marina destacaba por su disciplina, seriedad e incorruptibilidad, eso claramente quedo en el pasado… Los dados mandaron Escalera. La semana promete.