Acámbaro, Guanajuato.- En un mundo dominado por la moda rápida y el consumo desechable, la familia Sánchez mantiene viva una tradición artesanal que atraviesa generaciones: la reparación de calzado. Salvador Gerardo Sánchez Domínguez comenzó a los 10 años en este oficio y hoy representa la cuarta generación que preserva un negocio que es mucho más que un taller: es un legado de resistencia y pasión por el detalle.
El taller de los Sánchez, ubicado en la calle Andador Juárez, es un espacio donde el tiempo parece detenerse. Moldes de madera, herramientas, y el aroma a cuero nuevo y viejo mezclado con adhesivos dan testimonio de décadas de trabajo. “El Choclo”, reparadora de calzado, es un negocio con años de antigüedad en Acámbaro.

“Las nuevas generaciones no conocen ‘El Choclo’, negocio que inició a finales de los 80 y principios de los 90 realizando huarache artesanal como un negocio casero, siendo esto lo que se utilizaba en esa época. Conozco ese dato por comentarios de mi papá, Salvador Sánchez Valenzuela; fue el bisabuelo de mi padre quien inició el negocio”, detalló Salvador.
Se desconoce dónde fue el primer establecimiento de “El Choclo”, pero en la época de 1924 el negocio estaba ubicado en la calle Hidalgo. Así se sabe por una foto tomada un 16 de septiembre de 1924, cuando el abuelo de Salvador estaba al frente del negocio.
Para 1950, la reparadora de calzado cambió de ubicación a la calle Juárez, donde todavía se encuentra prestando servicio a la población.

“Mi padre fue quien estuvo 52 años al frente del negocio. Desde pequeños nos inculcó el oficio. Mi mamá no nos aguantaba en la casa, por lo que mi papá nos traía; lo primero que nos puso a realizar fue quitar las tapas de unos zapatos de caballero. Duramos dos días y nunca pudimos quitarlas. En esa época teníamos 10 y 8 años cuando comenzamos a aprender el oficio”.
Los días de vacaciones o descanso escolar los pasaban en el negocio ayudando a su padre: limpiaban, barrían y llevaban cosas. Con el paso del tiempo comenzaron a realizar acciones de reparación de calzado. Salvador recuerda que en un tiempo se llegó a exportar zapato de béisbol a Cuba, en los años 60 o 70. Aún se continúa con la fabricación, pero solo sobre pedido.

La reparadora de calzado “El Choclo” ha iniciado también con la limpieza y mantenimiento de tenis, además de pintar zapatos, chamarras y artículos de piel. Los Sánchez no solo reparan zapatos; tejen historias. Cada puntada es un hilo que une pasado y presente, recordando que, en un mundo efímero, hay valores que perduran: el trabajo honesto, la familia y el respeto por lo que las manos pueden crear.
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