Históricamente Guanajuato es uno de los estados con mayor tradición migratoria hacia los Estados Unidos. Fue aquí, y en los estados vecinos de Jalisco y Michoacán donde dio inicio el fenómeno migratorio de México-Estados Unidos con la implementación del Programa Braceros en los años de 1942-1964. Este programa, tenía como objetivo contratar legalmente mano de obra mexicana para cubrir la escasez de trabajadores estadounidenses debido a la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, al concluir el programa, los flujos migratorios no cesaron. Así comenzó la migración no documentada hacia el vecino del norte. Hoy en día, Estados Unidos alberga millones de mexicanos que luchan por un mejor futuro que su país de origen no ha logrado ofrecerles. Muchos migrantes envían dólares a casa, a los familiares que permanecen en México: las ya famosas remesas.
Guanajuato se ha situado entre los principales receptores de remesas a lo largo de los años, ocupando el primer lugar en múltiples ocasiones. En 2024 volvió a encabezar la lista, recibiendo 5,645.3 millones de dólares, lo que representó un 8.6 % del total de remesas enviadas a México. En su mayoría, las familias receptoras destinan ese dinero a cubrir necesidades básicas como alimentación, vestido, salud y vivienda. Para muchas de ellas, las remesas representan alrededor del 30 % de sus ingresos, lo que evidencia la importancia de estos flujos en sus economías domésticas.
Sin duda, las remesas han sido – y seguirán siendo- una fuente fundamental de ingresos, no solo para las familias que las reciben, sino también para el fortalecimiento de sus comunidades y el crecimiento económico del país. Representan un porcentaje significativo del PIB nacional: el último dato disponible indica que, en 2024, las remesas representaron el 3.7 % del PIB, más del doble de lo que aportó la actividad primaria (1.4 %).
Así pues, las remesas han contribuido al dinamismo de las economías locales, al incremento del consumo y a enfrentar crisis económicas como la ocasionada por la pandemia de COVID-19. En aquel entonces, se temía una caída drástica en las remesas; sin embargo, el resultado fue sorprendente: en 2021 y 2022 crecieron más del 25 % y 13 %, respectivamente. Incluso durante la primera administración de Donald Trump (2017–2021), marcada por una retórica y políticas antimigratorias constantes, las remesas mexicanas no solo no cayeron, sino que se mantuvieron al alza.
Trump ha buscado castigar la economía mexicana: la devaluación del peso es una muestra latente. Pero para las familias receptoras de remesas, eso significa que sus dólares rinden más. Ahora, con el inicio de su segundo mandato, regresan las políticas antimigratorias con mayor fuerza. La pregunta inevitable es: ¿veremos crecer aún más las remesas?