León, Gto.- La Ciudad de Guanajuato capital es conocida por la riqueza en leyendas que dejó la construcción de la localidad a través del tiempo. La leyenda de Carcamanes es una de las historias más impactantes que continúa resonando en la memoria de los capitalinos.
La leyenda de Carcamanes en Guanajuato capital
A unos cuantos metros de la principal zona turística de Guanajuato capital, subiendo por estrechas calles y serpenteantes callejones, en el Barrio de la Alameda, sobre la calle Carcamanes, se encuentra una bella plazuela con un porte que no le pide nada a una imagen de la Toscana italiana. Un lugar que además de su belleza arquitectónica esconde entre los muros y el adoquín de los pisos, una leyenda que eriza la piel de los capitalinos desde hace más de dos siglos.
Cuenta la historia, que a finales de los años 1700 llegaron a la ciudad provenientes de Europa, 2 hermanos comerciantes de nombre Nicolás y Arturo Karkaman, quienes se avecinaron en una de las casas de esta plazuela (se dice que es la casa de 3 pisos que hoy sigue en pie en el mismo lugar).
Al poco tiempo de llegar a la ciudad, ambos hermanos adquirieron fama, debido a la prosperidad de sus negocios, a quienes se les conocía como “Los Carcamanes”, y se les tenía en todo el pueblo por personas de bien y tranquilas.
Lamentablemente la desgracia les aguardaba. Al poco tiempo, Arturo comenzó a salir con una joven (cuyo nombre se perdió en el tiempo), que vivía cerca de su casa, y la relación parecía ir viento en popa.
Todo transcurría con normalidad, hasta que una mañana de junio, a principios de 1800, una noticia terrible se esparció por toda la capital. Los famosos hermanos Carcamanes, habían sido encontrados muertos a cuchilladas, al interior de su casa. Lo primero que se pensó, fue que había sido un robo, pero poco después se descubrió que la doncella con la que Arturo tenía amores, apareció en su casa con el corazón destrozado a cuchilladas y la verdadera historia se reveló.
El día anterior a la desgracia, Arturo había descubierto de algún modo que su enamorada lo engañaba con su propio hermano Nicolás. Ciego de furia y rabia, cual Caín a Abel, Arturo asesinó a su hermano a puñaladas.
Acto seguido fue a la casa de la mujer y le atravesó el corazón con su cuchillo, para después regresar junto con su hermano y suicidarse con la misma arma, dejando una escena dantesca a los testigos.
Según la antigua costumbre, cuando alguien moría lo enterraban en un templo, donde había un campo santo. Se cuenta que el cuerpo de Nicolás terminó en el templo de San Francisco, el de Arturo en el de San Sebastián y el de la mujer se desconoce hasta la actualidad.
Cuenta la leyenda, que apenas cae la oscuridad, se escuchan por la plazuela los lamentos, y los gritos de dolor de los hermanos Carcamanes.
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