Hoy deberíamos conmemorar 700 años de fundada la ciudad que dio nombre al país, la más antigua del Norteamérica aún habitada (solo superada en el continente por Cusco y, quizá, por Pátzcuaro). Según las crónicas, un día ome calli –equiparado con el 13 de marzo de 1325– se fundó la ciudad de México.

Según la tradición, la fundación de México-Tenochtitlan fue debido a que los mexicas se encontraron con la señal prometida. El mito de un águila devorando una serpiente está extraído de los códices Durán y Tovar. Ambos fueron integrados por jesuitas después de la Conquista. No es extraño, con falta de rigor científico, que consideraran al símbolo de la guerra, atl-tlachinolli, una serpiente. Su forma ondulante (atl es agua), la falta de familiaridad con signos y símbolos mexicas y la necesidad de encontrar señales de los conceptos cristianos (el bien y el mal en eterna lucha y ambos representados por un animal alado y la serpiente, respectivamente), lo propiciaron. No obstante, hoy que es nuestro escudo nacional, nos diferencia de sobremanera frente a otras naciones, pues muy pocas banderas tienen un concepto tan hermoso, poderoso y relevante.

Hay casi un centenar de hipótesis sobre el significado de la palabra México. Sin embargo, a mi juicio están enunciados por traducciones literales descontextualizadas. Es decir, no toman en cuenta que el náhuatl es un idioma altamente metafórico (representación sublimada de la realidad). A ello, se debe sumar que también esas traducciones olvidan el papel que los propios mexicas (inapropiado llamarles aztecas) se habían asignado. Por último, el inicio de todo tipo de ceremonias parece confirmarlo.

El vocablo México se descompondría en tres partes: me, que podría referirse a metl o meztli; xihctli, que podría traducirse como ombligo y co, indiscutiblemente el sufijo para lugar. Aunque es la más difundida, dejo de lado la idea de que con meztli se entendería como El ombligo de la Luna porque no hay contexto para considerar ese sentido. En tanto, considero metl como la más adecuada pues se traduce como maguey. Si se toma en cuenta lo metafórico, desde su centro lanza hojas en todas direcciones y ello representa el papel que los mismos mexicas se habían asignado. Es decir, se trata de El lugar desde donde se irradia el conocimiento. Los mexicas se veían a sí mismos como los portadores de la información que debía ser difundida a todos los pueblos sobre la batalla cósmica de los dioses. Y vaya que tenían conocimientos, de lo contrario hubieran sido incapaces de construir ecológicamente y con perfecto equilibrio social sobre un lago.

De ahí que también sea lógico que antes de iniciar cualquier ceremonia se identificaban con el Cosmos. Esto es, sonar el caracol hacia todos los puntos cardinales e incluso hacia arriba y hacia abajo, tal como lo hace el maguey. Con ello se reconocían a sí mismo ya como el pueblo con rostro, con personalidad, identificables. De ahí que, a pesar que literalmente Anáhuac signifique Cerca del agua, también se considera El centro del Universo. Felicitaciones, México.