Cuando jugadores se ven envueltos en escándalos, casi siempre se relacionan con juergas, acusaciones por violación, infidelidades a sus parejas. Los niños mimados del fut son víctimas, pero de sus propios excesos. El reciente escándalo, protagonizado por las jugadoras de la liga femenil, debería atraer toda la atención posible.
¿Qué obliga a un jugador de la Liga MX a dejar su equipo y el país? Una mejor oferta, contratos por millones de pesos, euros o dólares en otra alineación. Eso es cumplir el sueño.
Scarlett Camberos también tenía un sueño.
Luchó contra estereotipos y falta de oportunidades hasta alcanzarlo. Enfrentó las críticas y la brecha salarial en el deporte favorito de México. Renunció al América en el mejor momento de su carrera por acoso y amenazas. Todo comenzó en las redes sociales.
La historia de la futbolista de 22 años evidenció la vulnerabilidad a la que están expuestas las jugadoras de la Liga MX Femenil. Al caso de Scarlett se han sumado otros, todos con semejante desenlace.
Ciberacoso
La semana que culmina, Scarlett anunció que no sólo dejará al América, donde jugaba desde finales del 2021, sino que se va del país. A ese grado el terror que sufrió durante casi un año. Un hombre identificado como José Andrés comenzó a hostigarla en Instagram y Twitter a través de mensajes y creando cuentas falsas; en una de ellas, aseguraba que mantenía una relación sentimental con la futbolista.
“Hoy me lo topé camino a casa”, reveló Camberos en julio del 2022. Siete meses después, todas sus redes fueron hackeadas. Aunque el América Femenil la apoyó en la denuncia del acosador, José Andrés sólo pasó 36 horas en arresto domiciliario.
Al ver su integridad amenazada, Scarlett anunció que regresará a Estados Unidos donde radica su familia, y no tiene intención de volver a México.
Jugadoras de la Liga MX femenil no sólo manifestaron su apoyo, sino que compartieron episodios semejantes. Selene Cortés del Pachuca expuso en Twitter al usuario @angelpuentee01_, quien entre múltiples comentarios ofensivos, amenazó con abusar de ella si llega a conocerla en persona. “No esperemos a que esto se vuelva ‘normal’ o esperemos que pase algo para atrevernos a actuar”, escribió Cortés.
Greta Espinoza, ‘la dama de hierro’ de Tigres, expuso que con apoyo del club levantó dos denuncias ante la Fiscalía correspondiente, presentando como pruebas el nombre de su acosador y más de 100 imágenes de sus mensajes. Pero todo resultó insuficiente.
El cobarde anonimato
“Cambien esos shorts por unos más cortos”
Es sólo uno de los comentarios que es posible encontrar en las publicaciones de Instagram de Greta Espinoza. Aunque existe la opción de filtrar expresiones inapropiadas o agresivas, o reportar y bloquear usuarios, nada frena la creación de cuentas falsas en cualquier plataforma.
¿Quién está detrás de los llamados bots? Difícil saberlo cuando proliferan.
Las redes sociales, la posibilidad de interactuar con figuras públicas, generan en los seguidores una sensación de cercanía. Cualquiera puede escribir lo que quiera a quien quiera. Cualquiera puede insultar, humillar, difamar, amedrentar y agredir detrás de una fotografía falsa o un ícono sin rostro. Es un delito, pero ante la impunidad y la facilidad de cometerlo, no cesa.
Además del daño emocional que estas acciones causan, siempre existe la posibilidad de que el hostigamiento y las amenazas traspasen las pantallas del celular y se concreten en la realidad.
El informe ‘Violencia digital: un estudio de los perfiles de agresores y sobrevivientes de violencia sexual digital’, publicado en 2022, revela que 95 de 100 víctimas de este delito son mujeres.
En México existen recursos como la Ley Olimpia. Su propia impulsora, Olimpia Coral, reconoce que “la ley Olimpia no es una varita mágica ni una panacea”. La activista considera que la clave es la investigación; aunque estas faltas implican penas de entre 3 y 6 años en prisión, en contadas ocasiones los agresores reciben un castigo.
¿Cancha pareja?
Mientras los jugadores de primera división de la liga varonil ganan hasta medio millón de pesos al mes, los salarios de las futbolistas apenas alcanzan los 8 mil pesos mensuales.
Las jugadoras de los mejores equipos no comen de su esfuerzo en la cancha. La mayoría de ellas viven alejadas de su familia, su red de apoyo son sus compañeras, están lejos de los privilegios y hasta lujos de los que gozan sus colegas.
El machismo de la afición acentúa la desigualdad de condiciones entre dos ligas que se dedican a lo mismo, que ofrecen el mismo espectáculo. Incluso en Estados Unidos, donde la selección femenil ha logrado más triunfos que el varonil, la paridad salarial apenas se alcanzó el año pasado. Sus futbolistas también han denunciado acosos; incluso la estrella Megan Rapinoe, vocera de las mujeres, la comunidad LGBT y toda minoría que sufre discriminación en el mundo del deporte, ha sido blanco de burlas y duras críticas.
Cuando jugadores se ven envueltos en escándalos, casi siempre se relacionan con juergas que involucran escorts, acusaciones por violación, infidelidades a sus parejas. Los niños mimados del fut son víctimas, pero de sus propios excesos.
El reciente escándalo, protagonizado por las jugadoras de la liga femenil, debería atraer toda la atención posible, porque engloba la desprotección y falta de apoyo a cientos de atletas en México.
LO SUPERFLUO: Abundan las quejas por las deficiencias en el futbol, por la falta de resultados, porque se redujo a un burdo negocio.
LO PROFUNDO: En el futbol al que no se concede la atención mediática, el que juegan las mujeres, hay verdadero talento fugándose por machismo y discriminación.